EVOCACIONES
Apela Ismael Orcero a los recuerdos en un volumen de relatos que guarda en su interior unos cuantos tesoros. El primero de ellos, se ve bien pronto, es el gusto y el cuidado con el que trata a la palabra, midiéndola, empleando sólo las justas, sin cansar al lector con abusivas descripciones y sin caer tampoco (otro riesgo que a algunos cuentistas les cuesta soslayar) en el abuso de lo memorístico.
El recuerdo está ahí, en el interior del autor, y desde allí alimenta su prosa, su capacidad para narrar situaciones, sucesos, diálogos incluso, que ya antes han sido bien filtrados para que lleguen a nuestros ojos con el ropaje justo, el que nos cautiva y nos hace disfrutar de cada historia como si él mismo la hubiera convertido en una confidencia que compartir connosotros.
Maternidades, frustradas o no, infancias fronterizas, vías de trenes, mujeres dadas a lo que los demás llaman supercherías, un prestamista de barrio muy dañino, la huella del maltrato, el rastro de un amor que no cuajó y que dejó una hija como mensaje postrero, la pandemia y el encierro, que tanto nos marcaron, y hasta una historia de tintes negros, esos son los temas que Ismael Orcero ha barajado en estos relatos, variopintos, pero también sentidos, personales pero también escuchados, presentidos, aunque también recordados.
Un puñado de historias ante las que no habrá lector que permanezca indiferente, por las tramas, por la voz, por la coincidencia de algunos ambientes, pero sobre todo, como se ha dicho antes, por el esmero con el que está armado y por el respeto hacia la literatura, especialmente hacia la de formato breve que, a pesar de lo que algunos piensan, es a veces la más difícil de practicar.
‘Monstruos en la pared’.
Ismael Orcero.
Niñaloba. Sevilla 2024.
96 páginas.