Existe un lugar, una bella ciudad, añeja emperatriz, la mística Montblanc. Su aroma medieval, sus gentes y esplendor, impregnan en tu ser una magia especial ♫ Así de inspiradora empieza la canción Dracum Nocte, del grupo de heavy metal Saurom. Y a mí me viene muy bien para introducir la entrada de hoy. Montblanc, una ciudad cercana a Tarragona, siempre se viste de gala cuando se aproxima Sant Jordi. ¿Sabéis por qué? Porque el folklorista catalán Joan Amades (1890-1959) recogió en su Costumari (una obra de referencia sobre las tradiciones catalanas) el siguiente hecho: que la leyenda de Sant Jordi ocurrió en esta localidad. Desde hace veinte años, los montblanquins se esfuerzan en conmemorarla a través de una semana llena de actividades: sus calles se adornan con motivos medievales, se celebra un bonito y concurrido mercado medieval, preparan conferencias relacionadas con la Edad Media y, sobre todo, se satura de fiesta, color, fuego y luz cuando se celebra la Dracum Nocte, el espectáculo nocturno más popular.
Montblanc tiene algo que enamora. Puede que sean sus calles, empedradas, rústicas, de tono antiguo. Medievales. O sus iglesias. Tiene, nada más y nada menos, que tres iglesias muy próximas entre sí. La principal es la de Santa María, gótica del siglo XIV, desde cuyas terrazas se vislumbra toda la ciudad amurallada. Sus murallas tampoco dejan indiferente, pues se conservan muy bien y están catalogadas como conjunto monumental y artístico. Ya véis que si sois amantes de lo medieval, Montblanc es uno de esos lugares de visita obligada. Y si se tiene la oportunidad de asistir durante esa semana medieval (siempre en los alrededores del 23 de abril), mucho mejor. ¿Vosotros habéis ido alguna vez o tenéis planeado visitarla en un futuro? Quizá os apetezca más hacer el turista en otra época del año, cuando sus calles no están tan abarrotadas. A veces es mejor ir con tranquilidad; así se aprecia mejor su cotidianidad. ¡Espero que os gusten mis fotografías!
En las calles del casco antiguo de Montblanc se respira su aroma medieval. Las piedras forman estructuras arquitectónicas que nos transportan a otra época. Sus callejuelas están llenas de historia.
Cabeza de dragón en hierro forjado que preside el portal de San Jorge, abierto en un tramo de la muralla medieval. Según la tradición, fue aquí donde San Jorge mató al dragón, de ahí su nombre. Montblanc tiene cuatro portales más en todo su recinto amurallado, de 1.700 metros de longitud.
En las murallas puede apreciarse a la perfección el paso de ronda con las almenas. Antiguamente, el recinto estaba rodeado por un foso y se dice que había un total de 34 torres de defensa, de las cuales se conservan 25. Las murallas datan del reinado de Pere el Cerimoniós (1336-1387).
La iglesia de Sant Miquel es un ejemplo de transición entre el románico y el gótico. De una sola nave, sin ábside, con una cubierta de madera policromada excepcional. En las capillas laterales se puede ver la evolución del gótico desde el más sencillo al más florido.
La iglesia de Sant Francesc se construyó entre los siglos XIII y XIV y era un convento franciscano. Se situaba fuera del recinto amurallado y estaba formado por la iglesia, el claustro y las dependencias de los monjes. Tiene una sola nave con cabecera pentagonal, bóveda de crucería y seis arcos radiales apuntados, capillas laterales abiertas entre los contrafuertes y cubierta de madera ligeramente policromada a doble vertiente.
La iglesia de Santa María, gótica del siglo XIV, domina toda la ciudad de Montblanc. Su fachada principal, situada en un lateral, es de estilo barroco (las columnas corintias enmarcan las estatuas de los cuatro apóstoles). El interior se estructura a través de tres naves cubiertas con bóvedas de crucería y claves esculpidas con escenas del Antiguo Testamento.
Escena de la ciudad desde la catedral, donde se aprecian bien las torres de las murallas desde el interior. Fijaos que por detrás estaban descubiertas.
Ubicación geográfica
Visita: 18/04/2015
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