A David García-Asenjo Llana,
a AGUA (Aguilera y Guerrero) Architects
y a Jaume Prat(*)
Mortadelo y Filemón dormían profundamente cuando, casi al amanecer (hacia las once y cuarto de la mañana), sonó el teléfono-despertador (un ingenioso invento del Doctor Bacterio que consistía en un teléfono conectado a unos cubos de agua en equilibrio inestable sobre sus cabezas).
El Súper ni saludó siquiera:
-¡Los quiero en mi despacho dentro de diez minutos! ¡Utilicen la entrada secreta 17B!
Tras los habituales traspiés los dos agentes secretos comparecieron ante el Superintendente Vicente.
-Tienen que realizar una misión importantísima.
-Diga, Súper.
-La patria les necesita. Está en juego la principal fuente de ingresos de la nación: el turismo.
-¡Yupi! ¡Nos vamos a hacer turismo!
-¡Cállese, Mortadelo! ¡Esto es muy importante! Nuestro país, tras haber inventado el calimocho, la paella apegostoná, la tomatina de Buñol y la sangría revenía, ha alcanzado las más altas cotas en el aprecio de los turistas de todo el mundo. Todos quieren venir a nuestras playas, comer nuestros potingues, ponerse como cochinillos asados bajo nuestro sol, emborracharse con nuestros enjuagues, lanzarse desde nuestros balcones...
-Aaaah, la paella apegostoná, la sangría revenía... Es que se me caen dos lagrimones.
-¡Claro que sí, Mortadelo! ¡Es que es para estar orgulloso! Como también es para estarlo el despliegue inmobiliario en nuestras costas. ¡Qué chaleses! ¡Qué hoteles! ¡Qué bungalós!
-Somos los mejores.
-Pues sí. No lo dude. Pero entre tantos edificios preciosos tenemos algunos casos, afortunadamente muy pocos, horribles, humillantes, ¡y uno de ellos nada menos que en La Manga del Mar Menor! ¡Un desdoro para nuestro pabellón, para nuestro liderazgo turístico! ¡Y en La Manga! ¡Han ido a plantar ese adefesio en el centro de nuestro buque insignia!
-Miren ustedes. ¡Miren qué chalet indignante! ¡Miren qué menoscabo, qué insulto a nuestra costa mediterránea!
Corrales y Molezún. Casa Catena. La Manga del Mar Menor, 1966-67.
-Vaya truño, Súper. ¿Qué tenemos que hacer? ¿Derribarlo como hicimos con la pagoda?
-No. Hay casas al lado. Sería un follón y llamaría mucho la atención. Lo que quiero que hagan es reformarlo.
-Pero nosotros no somos albañiles.
-Contarán con Pepe Gotera y Otilio. Ustedes serán más bien los arquitectos, las cabezas pensantes.
-Muy bien, pero no tenemos experiencia, ¿Por qué no llama a un arquitecto de verdad?
-¡Porque a los arquitectos de verdad les gusta esa castaña!
-No me diga. Qué gente más rara.
-Razón tenía doña Espe. Quiero, en definitiva, que dejen ese chalet a su gusto.
-¿Al de doña Espe?
-Quiero decir a su gusto de ustedes. Pero, sí, supongo que también será ese el gusto de ella.
-Natural: El de cualquier persona normal y sensata.
-¿Y de presupuesto cómo andamos?
Tuvieron que salir por piernas del despacho.
Pero sí. Por una vez dispusieron de una cantidad razonable. La T.I.A. había puesto toda la carne en el asador. Era un asunto de estado. Se trataba, ni más ni menos, de la imagen de la nación ante los turistas.
Lo primero que hicieron fue modificar esa planta rectangular tan rígida. Le sacaron un chiringuito de aluminio por un lado, un porche por otro...
Después cerraron las terrazas de los extremos, y a los cerramientos les pusieron unas ventanas.
Ya puestos, las ventanas originales de la casa eran una especie de tiras corridas en horizontal y otras en vertical, siempre rendijas muy estrechas. Un sinsentido. Las cambiaron por ventanas más cuadradas en los centros de los paños de cada habitación, como Dios manda. Y con sus persianas de PVC y todo.
Estuvieron pensando si hacer un tejado de teja en vez de esa horrible cubierta plana, pero ya que la escalera desembarcaba en ella la mantuvieron. Aunque, eso sí, cambiaron su perfil poniendo balaustradas prefabricadas de hormigón blanco y pináculos en las esquinas y en puntos intermedios.
También cerraron la planta baja, e hicieron nuevas ventanas y arcos.
Finalmente lo cubrieron todo con mortero monocapa combinando tres colores: un ocre claro tipo albero para el fondo, un salmón en franja horizontal a la altura de las ventanas y un gris para dibujar los bordes de las ventanas, e incluso falsos frontones sobre ellas y falsas dovelas de piedra sobre los arcos.
Tras todo ello, la horrorosa casa abstracta de los años sesenta quedó así de bonita:
Mortadelo y Filemón: Reforma y ampliación de chalet.
Plaza Monteblanco. La Manga (Murcia).
Por una vez el Súper estuvo satisfecho. Miró las fotos con placer. Eso era exactamente lo que quería. Sabía que de habérselo explicado con detalle a estos inútiles no lo habrían entendido y habrían liado un buen desastre, pero diciéndoles que lo hicieran a su gusto acertarían. Eran muy tontos, sí, pero el buen gusto lo tenemos todos.
Filemón tomó la última fotografía y dijo:
-¿Se ha fijado, señor Super, en el detalle de las palmeras?
-Tuvo su misterio, y lo hicimos muy bien. Hubo que meter una tira de plástico, un... berenjeno, dibujando la forma de las palmeras, para extender por fuera el revoco monocapa color albero y por dentro el gris. Es un detalle muy fino, ¿verdad? Muy artístico.
-Sí. Queda muy bien. Es muy elegante. Por cierto, ¿han tenido suficiente con la suma asignada? ¿Les ha sobrado algo? ¿Eh, qué? ¡Mortadeloooooooo! ¡Filemóóóóón! ¡Vengan aquíííí! ¡No huyaaaaaaan!
(*) Dedico esta entrada a David Garcia-Asenjo y a AGUA Architects porque en su constante investigación y difusión de la arquitectura moderna española me dieron a conocer esta salvajada inconcebible. Y se lo dedico a Jaume Prat, otro gran investigador y divulgador, por la enorme indignación que lo agarró y lo arrebató, y por su desesperación ante tanta estupidez. Yo también tengo ganas de llorar y de mandarlo todo a la mierda. Tal vez por eso me ha salido este tono en esta entrada: porque ya no sé ni cómo decirlo, ni qué hacer, ni por dónde tirar. Verdaderamente se le quitan a uno las ganas de todo.
Va por vosotros.