Revista Política

Muerte de un mercenario

Publicado el 01 febrero 2010 por Joaquim

Desde los tiempos en que Franco llenó la Guerra de España de cabileños marroquíes, nazis alemanes y tropas fascistas italianas, en este país al que algunos llaman Estado no se había vuelto a ver tal cantidad de mercenarios enrolados en el ejército español, descontada naturalmente la Legión, oficialmente llamada durante décadas Tercio de Extranjeros pero cuyo componente de mercenarios siempre fue reducido excepto en sus primeros años.
El paro aprieta y la soldada no es moco de pavo, así que son muchos los inmigrantes sobre todo latinoamericanos que se enrolan bajo la bandera de la antaño llamada Madre Patria. Así se dan situaciones tan chocantes, y hasta chuscas dentro de la tragedia, como la producida hoy cuando en el Telediario de la Primera de este mediodía la locutora ha anunciado la muerte en un atentado sucedido en Afganistán de "un soldado español de nacionalidad colombiana" (sic). Obviamente si es colombiano no puede ser español, aunque este sea un error bastante frecuente en otros ámbitos (resulta curioso oír llamar al equipo del FC Barcelona "los jugadores catalanes", cuando en esa plantilla se integran los Messi, Ibrahimovich, Henri, Márquez, Keita etc, o referirse al "equipo español" por antonomasia, que resulta ser el Real Madrid de los Kaká, Ronaldo, Diarra, Benzema y resto de mercenarios balompédicos de lujo).
Estos chavales que se juegan y pierden la vida de vez en cuando vistiendo el uniforme militar español no son obviamente inmigrantes de lujo. En su inmensa mayoría es gente sin oficio ni beneficio, que ven en la vida militar su única posibilidad de tener un empleo bien pagado sin necesidad de tener prácticamente formación académica alguna ni experiencia laboral previa. Es tradición milenaria, de Roma a hoy, que los jóvenes de países ricos no quieran servir con las armas, y que el Estado tenga que acabar recurriendo a contratar bárbaros (es decir, habitantes de más allá de sus fronteras) para poder mantener en pie su aparato militar. El ejemplo más gráfico y brutal de esto lo tenemos en el ejército de EEUU, plagado de miembros de las minorías desfavorecidas, que son enviados a luchar y a morir allá donde el Imperio necesita carne de cañón para afianzar sus intereses. El anzuelo es un buen sueldo, y sobre todo la posibilidad de acceder a la nacionalidad estadounidense y a estudios que les capaciten para ganarse la vida una vez fuera del ejército. Eso los que sobreviven, naturalmente.
España ha emprendido esa senda desde hace algunos años y hoy su ejército está poblado de jóvenes mercenarios, en un porcentaje seguramente muy superior al peso de la población inmigrante en el conjunto de la sociedad española ( se calcula entre el 10 y el 12% del total). Algunas fuentes señalan que más allá de las cifras a la baja que ofrece el Ministerio de Defensa (según ellos, los inmigrantes alistados no llegan al 9%), la cantidad de mercenarios enrolados se aproximaría al 15%-20%. En realidad, en zonas de peligro como lo es Afganistán, la carne de cañón nacida en países subdesarrollados que visten uniforme español llegaría a un tercio o quizá más de los efectivos allí desplazados. Y en fin, basta darse una vuelta por las cercanías de los cuarteles para ver, por cierto, a quien le tocan mayoritariamente las tareas más ingratas, como las guardias a pie de calle: en su mayoría suelen ser chicos y chicas de piel más oscura y rasgos que delatan su origen no español.
Un muchacho colombiano ha muerto hoy en una guerra estúpida en la que si a los españoles no se les ha perdido absolutamente nada, imagínense a los colombianos. Los españoles mandamos mercenarios a apuntalar un gobierno corrupto sostenido por señores de la guerra cuyas actividades económicas conocidas son el narcotráfico a escala mundial y robar cuanto pueden de las ingentes cantidades que los países ricos envían al pseugobierno afgano para que "reconstruya" el país. Afganistán es una ratonera -como lo serán en el futuro Líbano, Mauritania y otros países en los que nadie sabe exactamente qué pintan los uniformados españoles-, de la que más pronto que tarde vamos a tener que salir como podamos. Cuando esto suceda a muchos se les pondrá cara de estupefacción y empezarán a preguntar para qué coño murieron estos muchachos humildes, que vinieron a España a ganarse la vida y hacerse un futuro y a los que en vez de proporcionar un trabajo digno les pusimos un fusil entre las manos y les mandamos a defender no se sabe qué, en un país del que seguramente no habían oído hablar antes de que les llevaran allá.
En la foto, un soldado español monta guardia durante una patrulla en Afganistán.

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