Creo que muchos estamos de acuerdo con la afirmación de que uno de los placeres más grande de la vida es comer. Esa sensación de éxtasis total que sentimos cuando comemos algo que nos gusta. Pues, imagina si mientras te llevas ese bocado a la boca despertaran otras sensaciones motivadas por los olores, sonidos e imágenes que acompañaran ese momento de saborear. ¿Lo imaginas? ¿Sí? ¿No?
Utilicemos un ejemplo. Estas en una mesa sentado con siete personas que te acompañaran en esta aventura gastronómica. Suena música de feria que te recuerda el verano, el buen tiempo; la mesa cambia y se convierte en un mantel de picnic con cuadros blancos y rojos, mientras se desprenden olores a tierra húmeda y a césped. De repente un globo en miniatura se va deslizando por la mesa, llega a ti y dentro está el plato que vas a degustar.
Paco Roncero creador del taller de los sentidos
Esta experiencia sensorial completa, existe y es posible, gracias a la inventiva del reconocido chef Paco Roncero, uno de los chefs de cocina de vanguardia más reconocidos de Madrid y de España. Más de 20 años de experiencia, dos estrellas Michelín, dos Soles Repsol entre otros muchos reconocimientos, lo confirman.
De esa mente ingeniosa nace la idea del Paco Roncero Taller, una especie de “gastro-lab” o taller de las emociones, un sueño de su creador, que surge de ese deseo constante de dar lo mejor de la gastronomía; el mejor producto, calidad insuperable, platos creativos y sabrosos, acompañados de sensaciones creadas a través de la música, los olores y efectos visuales.
El taller de las emociones es un espacio ubicado dentro del Casino de Madrid, que cuenta con un sistema casi inimaginable de diseño de ambiente e inteligencia ambiental, y lleva la experiencia de comer a otro nivel. Este sistema diseñado por la empresa HP posee un sistema avanzado para generar atmósferas cromáticas, controlar la temperatura de la sala, aromatizar con diferentes fragancias y generar sonidos que acompañan cada uno de los platos que se sirven en esa mesa, creando una infinidad de sensaciones a los ocho afortunados comensales que se logren sentar en una mesa tan exclusiva.
Sí, ocho personas, porque este espacio es más bien un laboratorio de investigación y en el que sólo algunos afortunados podrán vivir esa experiencia única. No es un restaurante común, es un lugar exclusivo donde se sirven cenas a personas que llegan por invitación o para aquellos que estén dispuestos a pagar entre los 1.000 a 1,500 euros por persona por dos a tres horas de puro placer.
Una cena muy costosa e imposible para muchos, pero que incluye no sólo alta cocina de vanguardia, sino una experiencia sensorial completa que se lleva a cabo por un equipo compuesto por una persona que maneja el audiovisual, dos cocineros, el director de sala, dos camareros, la sumiller del casino, María José Huertas y la presencia de Paco Roncero durante todo el espectáculo gastronómico.
Sin duda alguna un proyecto único que tiene mucho valor y que ha conllevado mucho trabajo. No hubiese sido posible sin el sueño de un creador de placeres, el esfuerzo arduo de un gran equipo y el patrocinio de empresas que apuestan por la buena gastronomía e innovación, como la Guía Repsol, HP, Land Rover y la cadena de hoteles NH. Lastima que muchos no podemos vivirlo, eso sí, si me toca la lotería, lo consideraría, porque de sólo imaginarlo se emocionan todos mis sentidos.
Imágenes de algunas secuencias:
La experiencia comienza con una bienvenida virtual en la que nos invitan a relajarnos y disfrutar del “viaje-gastronómico”.
Para empezar: un cóctel de bienvenida; tres cuencos con diferentes contenidos que al juntarnos confeccionan un bloody mary. Con cóctel de bienvenida en mano, luces y sonidos de discoteca, es hora de comenzar con los platos.
Nos relajamos con música “zen” y dibujos orientales que te trasladan a Asia, mientras van colocándote los ingredientes más tradicionales de la cocina japonesa.
Para los amantes del buen tiempo y los picnic, también podrán vivirlo de la manera más “chic”. Un mantel de cuadros blancos y rojos transforman la mesa; olor a tierra y césped húmedo.
Música de feria y un globo miniatura que va moviéndose por el salón hasta acercar el plato.
Secuencia del otoño.
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