Revista Cultura y Ocio

Mundos literarios

Por Mientrasleo @MientrasleoS

Mundos literarios

Narni. Italia


     "El Universo no fue creado por Dios."
     Stephen Hawking
     Dicen que hace muchos años un niño cogió un atlas, y pasando el dedo por los mapas de esa forma tan peculiar que tienen los niños, fue leyendo nombres al azar, hasta tropezarse con Narni, en Italia. Y dicen también que el nombre le fascinó. Tanto es así que pasarían años sin poder olvidarlo, hasta que construyó un lugar a medida de ese nombre para poder visitarlo sin tener que recorrer la distancia que los separaba. Tal vez por eso, y sólo tal vez, eligió un armario para poder trasladarse hasta allí. Y nos dejó a todos la llave de ese armario para poder coincidir en un hermoso lugar llamado Narnia.
     Sea como fuere, muchos han sido los escritores que nos han dejado la llave para acceder a otros mundos por los que pasear sin temor alguno y sin necesidad de movernos de nuestras casas. Y así es que os puedo contar mi viaje por Fantasía buscando La Torre de Marfil, o mis paseos por Bree en busca de La Comarca de La Tierra Media. También estuve en Poniente, escondiéndome porque temía encontrarme con caminantes y no pasó mucho tiempo hasta que decidí embarcarme siguiendo los pasos de un famoso naufragio para terminar en Liliput. A mis años ya tengo una maleta vieja de cuero marrón, con las esquinas gastadas y llena de pegatinas como si fueran muescas en la culata de un vaquero de Butcher's Crossing. En ella ha quedado testimonio de mi paso por Syldavia y también por el Universo Conocido en Dune, desierto a desierto, palacio a palacio. He recorrido Yoknapatawpha acompañada por Faulkner y he paseado por la Atlántida antes de ser engullida por el mar. He pisado marte y me han tomado por loca, como relatan unas Crónicas marcianas.
     Recuerdo haber viajado a un lejano Oz buscando esta vez un camino de baldosas amarillas que apenas encontré, y al extraviarme, seguir a un conejo hasta El país de las maravillas, del que tuve que salir huyendo, porque había una malvada reina que me obligó a correr hasta sentirme más segura en un lugar que se llamaba Nunca jamás. 
     Decía Cornelia Funke en su famosa trilogía, que un hombre llamado Mo tenía la capacidad al leer en voz alta, de sacar a un personaje del libro intercambiándolo por uno real. Y donde todos se habían maravillado imaginando sacar de sus libros a Campanilla o Hamlet, yo pensaba que había alguien entrando en las historias. Ese era el verdadero afortunado, aunque llegase a un Mundo de tinta. Cuantas veces me he imaginado en la Antíbula de Aramburu o en ese lugar tan extraño llamado Mundodisco y que es sostenido por cuatro elefantes que están sobre una enorme tortuga estelar.
     Dicen que los libros son pequeñas ventanas a otras vidas. Vidas que a veces nos marcan y que transcurren en lugares muchas veces imaginados por sus autores. Lugares como los que os he contado que me ha gustado visitar y que no son ni la décima parte de los que he visto. Lugares que he descubierto y explorado acompañando a personajes convertidos en amigos y que hoy comparto con vosotros con la ilusión de saber que ya tengo la maleta preparada para la siguiente historia. Porque si existe La ciudad de los libros soñadores, ¿Por qué no va a existir otra para los lectores soñadores? Personalmente... creo que esa ciudad existe, y que está justo delante de cada lector vestida de letras esperando a que abramos la puerta.
     Y vosotros, ¿Cuál es el último lugar al que habéis viajado leyendo?
     Gracias

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