Revista Música

Música en las películas III

Por Joello

Parte I       Parte II
Como ya había mencionado, antes yo consideraba que la pérdida de música orquestal de gran riqueza en las películas era algo dañino al público. Pero considerando el funcionamiento del concepto música hoy en día y notando la crisis del gusto por la música clásica, he llegado a la conclusión de que esta evolución en la música incidental que menciono es lo ideal. Así es; pienso que las películas deberían musicalizarse con esos sonidos electrónicos minimalistas adecuados a las escenas. Apenas el sonido necesario para ejercer el efecto requerido, no una gran expresión artística que nos robe la atención de la trama. También utilizar canciones ¿Por qué no? Poco a poco, las películas deberán tomar una musicalización más “actual”. ¿Por qué tomar esta consideración? Hace mucho tiempo me topé con un individuo el cual, mencionaba y explicaba su no-agrado por la música clásica. Se veía bastante inteligente y educado, en la manera de expresarse se notaba su preparación, por eso era interesante escuchar sus ideas. Yo pienso que su percepción es muy representativa de gran parte del público, la diferencia yace en que él la aceptó sin miedo y explicó su punto de vista. No recuerdo las palabras exactas que utilizó pero lo más importante fue algo así: “…es que no logro encontrar nada que me llame la atención, es hermosa, sí que lo es pero siento que es solo el fondo constante de algo y carece de algo que me absorba completamente, algo con lo que pueda sentirme identificado fuertemente…” ¿Qué es lo que fuertemente se identifica con el público? Una voz humana cantando letras de amor y desamor, es decir, el 99.99% de las canciones de música popular. Pero ese no es el punto más importante, los datos clave son “es un fondo” y “falta algo”. De ahí surge mi hipótesis: ¿No sería posible que la utilización de música orquestal como fondo en las películas (a lo largo de la historia) haya ocasionado un prejuicio inconsciente en el público? La mayor parte de música orquestal que llega a los oídos de las personas llega por medio de las películas, pero ésta llega con la firme condición subliminal: “no me pongas atención a mí, yo solo soy el fondo”.  El problema se vislumbra cuando la música clásica llega a estos mismos oídos y esperamos a que el público la disfrute con gran pasión.  ¿Qué se necesita para disfrutar la música? Poner atención en la música específicamente. ¿Y acaso los oídos del público están acostumbrados a poner atención a la orquesta?  No, porque fueron mal acostumbrados por las películas. Están inconsciente y profundamente condicionados a no poner atención a los sonidos de orquesta.
Es posible que existan personas quienes “gusten” de la música clásica, específicamente por esta razón: porqué es un hermoso fondo sonoro para ellos; no dudo que aquellos que la usan específicamente pararelajarse, sean de este tipo de público. Es normal entonces, que después de un tiempo sientan “que falta algo” y entonces necesitan música “normal”, donde alguien canta letras que entienden y con las que se puedan identificar. El cantante, al ser solo una persona, funciona mejor como vehículo de catarsis  para el público y es por eso que el cantante será más aplaudido. Pienso que es una posibilidad. En caso de tener algo de cierto, la pérdida de rica música orquestal en las películas es algo bueno. Debería llegar a un punto en el que ya no haya buena música de fondo en las películas y entonces, cuando el espectador se enfrente a la música clásica en todo su esplendor, se sorprenda, por que será algo que jamás haya experimentado. No tendrá prejuicios inconscientes sobre ella porque no será condicionada como “música de fondo” y el espectador podrá introducirse a ese mundo con los oídos realmente abiertos. Este escenario parece muy optimista e inalcanzable, pero a la vez es bastante alentador. Será necesario entonces, comenzar a disfrutar al cine y la música como productos completamente distintos e incluso separados. Hará falta que la música ya no esté subordinada a la imagen, que nuestros oídos vuelvan a ser puros y atentos, tal como en décadas pasadas parecían serlo. Mientras tanto, nada nos quita las ganas de disfrutar del cine, de envolvernos en esas imágenes que nos transportan a distintas situaciones y nos llenan de emoción. El cine puede hacer todo eso y más con sus imágenes; pero creo que ya es momento de que el público pueda (o vuelva a poder) perderse en mundos fantásticos, en situaciones inimaginables, en estados emocionales inauditos y aventuras intensas con el poder de la música únicamente.

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