Katia Chornik
Violinista y musicóloga
Especial para BBC Mundo
http://www.manchester.ac.uk/research/katia.chornik/personaldetails
Comencé a trabajar el tema de la música en campos de concentración en el año 2001 como una investigación comparativa entre las actividades desarrolladas durante dos regímenes autoritarios: el Tercer Reich y el gobierno militar de Augusto Pinochet.
Elegí este tema porque me pareció un desafío comparar los campos de concentración nazi, ampliamente reconocidos como una aberración en el curso de la Historia, con los chilenos, de los cuales un gran número de personas desconoce su existencia y han habido muy pocos intentos por estudiar las actividades musicales en forma sistemática.Mi proyecto, titulado “Tango Cautivo”, tuvo como objetivos establecer vínculos en el desarrollo de ensambles musicales, la interacción de músicos profesionales y aficionados, el uso social de la música y el repertorio interpretado.
Ejemplos de tangos sudamericanos y europeos en yiddish (idioma de los judíos originarios de Europa central) me permitieron establecer un género musical común entre los dos períodos.
La parte de mi investigación relativa a Chile estuvo principalmente basada en entrevistas y material que recolecté entre ex prisioneros de los campos de Chacabuco, Villa Grimaldi, Tres Álamos, Cuatro Álamos y Puchuncaví.
La música entre los cautivos chilenos
La música, al estar tan estrechamente vinculada a los sentimientos humanos y experiencias sociales, fue una de las actividades culturales más importantes para los reclusos en Chile. Cumplía diversas funciones: era una forma de comunicación y símbolo de solidaridad entre los prisioneros, era un medio de trascender la difícil situación en que se encontraban y una estrategia de esparcimiento.
La música era una forma de comunicación y símbolo de solidaridad entre los prisioneros, era un medio de trascender la difícil situación en que se encontraban y una estrategia de esparcimientoLas principales actividades musicales fueron la creación de obras, la preparación y presentación de espectáculos y la enseñanza instrumental, en su mayoría a cargo de los prisioneros.
Los grupos musicales se formaban espontáneamente. Los instrumentos disponibles, comúnmente guitarras, quenas y zampoñas, eran muy escasos.
La enseñanza musical estaba inserta dentro de los programas de talleres y charlas impartidos por los prisioneros. Éstos cubrían los temas más diversos, desde física hasta peluquería, desde danza clásica hasta filosofía.
En el caso de la música, cualquier persona que tuviera una remota idea de cómo tocar un instrumento enseñaba ya que había un número muy reducido de músicos profesionales.
Escuche la entrevista con Katia Chornik
Entre los creadores se destacan los cantautores Víctor Jara, quien escribió el poema “Canto, qué mal me sales” días antes de morir en el Estadio Chile, Ángel Parra y Sergio Vesely.
La pasión de Chacabuco
En el campo de Chacabuco, ubicado en el desierto de Atacama, Ángel Parra compuso varias obras, entre las cuales están la “Pasión según San Juan” y el “Oratorio de Navidad”.
En una conversación que tuvimos, Parra me explicó que escribió la “Pasión según San Juan” luego de una discusión política con el sacerdote del campo, quien aseguraba no estar enterado de las violaciones a los derechos humanos que estaban ocurriendo a largo de Chile.Parra le pidió que trajera una Biblia para así demostrarle que los presos en Chacabuco eran prisioneros como Cristo lo había sido. El sacerdote trajo la Biblia y el cantautor compuso la obra, que fue interpretada varias veces por los prisioneros del campo.
Uno de los pocos documentos sonoros que se conservan proviene precisamente de Chacabuco.
En 1974 Ángel Parra y otros prisioneros salieron en libertad o fueron exiliados. Sus compañeros les rindieron homenaje con un acto artístico que fue registrado en forma clandestina y años más tarde editado en un disco en Francia por iniciativa del propio Parra.
Escuche parte de un tema de este disco
La cueca de Filistoque
Numerosas obras musicales fueron compuestas colectivamente.
Filistoque, quien no tenía ningún conocimiento o experiencia musical pero sí un gran sentido del humor, levantó su brazo con total convencimiento, comprometiéndose a organizar y dirigir un grupo de 30 conscriptos con instrumentos de bronce, pitos y tambores.La “Cueca del Filistoque”, por ejemplo, fue compuesta en honor a un prisionero apodado Filistoque, ex entrenador de caballos de carrera y protagonista de una historia bastante curiosa en Chacabuco.
Una mañana, cuando los 1.500 prisioneros estaban formados en el patio del campo, el comandante preguntó quién se ofrecía para dirigir una banda con motivo de una competencia regional.
Filistoque, quien no tenía ningún conocimiento o experiencia musical pero sí un gran sentido del humor, levantó su brazo con total convencimiento, comprometiéndose así a organizar y dirigir un grupo de 30 conscriptos con instrumentos de bronce, pitos y tambores.
Filistoque, a quien tuve la suerte de conocer, conservó su cargo de director por dos semanas y obtuvo en retribución algunos beneficios como la libertad de movimiento dentro del campo.
¿Qué se cantaba?
Los géneros más comunes eran las canciones populares y folclóricas latinoamericanas, en especial las tonadas, cuecas, rancheras mexicanas, boleros, zambas y tangos.
Algunas de las obras más recurrentes eran “Candombe para José”, compuesta por Roberto Ternán y popularizada en Chile por el grupo Illapu, el tango “Volver” de Carlos Gardel, “No Volveré”, del mexicano Pedro Infante y la Oda a la Alegría de Ludwig van Beethoven (Novena Sinfonía).
Otros ejemplos son las composiciones de los chilenos Violeta Parra y Eduardo Gatti el uruguayo Alfredo Zitarrosa, los argentinos Félix Luna, Juan Carlos Speciale, Alberto Lavandenz y Los Tucu Tucu, los españoles Joan Manuel Serrat y José Goytisolo, así como las obras de los propios prisioneros.
Los reclusos construían un repertorio común con obras que tuvieran textos identificables con sus experiencias, sentimientos y esperanzas. En ocasiones las líricas se modificaban para que dicha identificación tuviera aún más sentido.
Un ejemplo es el “Candombe para José”, cuyo verso “Amigo Negro José” se modificaba por “Ánimo Negro José” con el fin de solidarizar con los presos y presas que eran castigados:
No tienes ninguna pena al parecer
Pero las penas te sobran Negro José
Que tú en tu baile las dejas yo sé muy bien
Ánimo Negro José.
Las canciones de mayor denuncia social o las que se identificaban con el derrocado gobierno de Salvador Allende estaban prohibidas.
Casamiento de verdes
Otro ejemplo es la canción “Casamiento de negros”, de Violeta Parra, utilizada para festejar a las parejas de prisioneros que decidían casarse dentro de los campos de prisioneros. Los presos irónicamente sustituían “lo negro” por “lo verde” de la siguiente manera:
Se ha formado un casamiento
Todo cubierto de verde
Verdes novios y padrinos,
Verdes cuñados y suegros.
Y el cura que los casó
Era de los mismos verdes.
Este ejemplo fue proporcionado por mis padres, quienes contrajeron matrimonio cuando eran prisioneros políticos en Tres Álamos.
Lo “verde” era una doble alegoría al uniforme verde de los policías que custodiaban el campo, y a la expresión coloquial chilena “estar verde”, que en este contexto significa “estar ansioso”.
El “estar verde” se refería al hecho de que los recién casados, obviamente en contra de su voluntad, debían llevar vidas célibes hasta ser puestos en libertad.
En este especial, basado principalmente en material recopilado para mi investigación, encontrarán los relatos de tres ex prisioneros que nos cuentan cómo la música los ayudó a sobrellevar los momentos más difíciles de sus detenciones y a su vez se convirtió en una fuente de creatividad.
cantata-chacabuco-40-anos-memoria-viva/ Nota de BBCMundo.com:http://news.bbc.co.uk/go/pr/fr/-/hi/spanish/latin_america/newsid_4154000/4154330.stmPublicada: 2005/09/06 14:09:22 GMT© BBC 2015