Título: Mutatis mutandis
Autor: César Pérez Gellida
Editorial: Suma de Letras
Año de publicación: 2014
Páginas: 53
(estimadas)
ISBN: 9788483652770
Este
es el primer spin off de
la trilogía Versos, canciones y trocitos de carne,
del escritor vallisoletano César Pérez Gellida.
Aunque unos más que otros, en general ya sabéis lo mucho que me
gustaron Memento mori,
Dies irae y Consummatum est.
Así que una vez leídos los tres libros no me resignaba a tener que despedirme
de sus personajes y me lancé a leer, o sería mejor decir devorar, Mutatis mutandis,
protagonizado por Armando
Lopategui, Carapocha,
un personaje que al principio me caía muy mal y al que acabé
cogiendo muchísimo cariño.
Cuando descubrí que solo se había publicado en edición digital me
llevé un chasco, porque no tengo ebook,
sí, por ahora me resisto, aunque no sé por cuánto tiempo, la
verdad... Pero me descargué la app de Kindle para el móvil y leí
el libro en una media hora. Y no, no estoy exagerando. Es que es muy
pero que muy corto. Demasiado. Tanto, que el final me dejó
totalmente desconcertada y tengo que confesaros que hasta un pelín
enfadada. Me sentí un poco estafada y engañada. Como si me hubiesen
gastado una broma pesada. Si en esos momentos hubiese tenido delante
al autor le habría echado una buena bronca...
Porque
Mutatis mutandis
no es una novela corta. Tampoco un relato completo o cerrado. Al
menos a mí me pareció una especie de adelanto, como cuando nos
ofrecen leer los primeros capítulos de una novela para saber si nos
gustan. Y a mí me estaba gustando. Mucho. Y de pronto, sin previo
aviso, me quitaron el caramelo de la boca.
“El
problema no es el presente, es la pesarosa herencia del pasado y la
paupérrima proyección del futuro”. Con esta sentencia contenida
en el primer spin off de la trilogía Versos,
canciones y trocitos de carne,
Armando Lopategui “Carapocha” ofrece su visión de un porvenir
que vislumbra ya sombrío. César Pérez Gellida regala a sus
lectores este flashback, una pequeña ventana abierta al pasado de
uno de los personajes más relevantes de la trilogía desde la que
podremos vislumbrar la génesis del hombre en el que se convertirá,
así como su difícil relación con su hija Erika y con su mujer en
el preámbulo de la guerra de los Balcanes y al filo de un vuelco radical de su destino. Si eres seguidor de la trilogía Versos,
canciones y trocitos de carne,
este relato te sorprenderá. Si todavía no conoces el género
Gellida, asómate a estas páginas y descúbrelo.
Esta
es la sinopsis del libro. Y la historia nos sitúa en Bélgica, a
donde se ha trasladado Carapocha para realizar un informe sobre Marc
Dutroux, un condenado a trece años de prisión por secuestrar y
violar a varias menores. Pero ahora, cuando solo lleva dos años en
la cárcel, su abogado ha solicitado la libertad condicional. Un caso
muy feo, podrido.
Este
es el Carapocha que conocemos, el que se siente fascinado y atraído
por los asesinos en serie y ha dedicado su vida a estudiar esas
mentes criminales. Pero en esta ocasión conocemos también su lado
más personal e íntimo, y nos colamos en Siberia, su casa de
Plentzia, para ser testigos de su día a día y cómo es su vida
doméstica con sus Erikas, su mujer y su hija.
Tanto
su mujer como él mismo están muy preocupados por la situación que
se está viviendo en los Balcanes, un auténtico polvorín a punto de
explotar. Por su parte, la pequeña Erika es solo una niña, pero
muy especial. Extremadamente inteligente, se da cuenta de que su
padre tampoco es un padre corriente, sabe que su trabajo es atrapar a
los hombres malos que persiguen a las princesas y ella, de mayor,
quiere ser cómo él.
En
muy pocas páginas César Pérez Gellida vuelve a hacer gala de su
lenguaje cinematográfico, que consigue que en lugar de leer sus
libros los veamos. En esta ocasión se me ha quedado grabada la
conversación que Carapocha y su hija mantienen mientras la pequeña
está metida en su cama.
Y,
por si fuera poco, además de sorprender y enganchar el vallisoletano
consigue tratar temas como la corrupción, la pederastia o la
justicia diciendo mucho sin casi decir nada, entre líneas, de forma
sutil y magistral.
Estoy
deseando leer los otros dos spin
off de
la trilogía,
Sapere aude
e
Indivisa manent
y
poder reencontrarme así con Ólafur
Olaffson
y Augusto Ledesma.
Esto es como una droga y necesitamos cada vez más y más dosis.
Porque siempre nos saben a poco y nos quedamos con ganas de más...
Si te interesa el libro puedes encontrarlo aquí.