La verdad es que hace tiempo que las repercusiones generadas por las declaraciones que virtió David Muñoz, jefe de cocina de DiverXO, en su ponencia del último Madrid Fusión relacionadas con su idea “revolucionaria” de concebir el vino como un ingrediente o un aromatizante más, se han ido diluyendo y prácticamente poco o nada se oye sobre el tema.
David lanzó una piedra en el estanque enogastronómico que generó airadas y contrapuestas opiniones, pero que con trascurrir de los días, y al igual que las ondas creadas en un estanque, se han ido reduciendo a la nada, aunque, todo hay que decirlo, cumplieron con creces con la velocidad de propagación de la información.
A día de hoy seguimos manteniendo el mismo problema, no tanto si hay o no revolución en el mundo del vino ,y en este punto no dejo de estar más de acuerdo con Víctor de la Serna en su artículo del 9-2-2015 en el www.mundovino.com:
“el vino también está en plena revolución propia, aunque David Muñoz no lo vea así, y esa revolución va exactamente en el sentido opuesto al de sus propuestas: una nueva generación de viticultores y elaboradores de talento, en España y fuera, se está esforzando por quitar del vino los afeites y los añadidos, en particular –pero no sólo- el uso del roble tostado como abrumador aromatizante cuyo resultado es la proverbial “sopa de roble”.
sino en cómo conseguir frenar la caída del consumo del vino en nuestro país, a pesar del ligero aumento que se ha observado en los útlimos meses. Y en este aspecto suscribo la opinión de mi buen amigo César Ruiz, enólgo, bodeguero y componente del equipo de La Tintorería Vinoteca, de que no se está sabiendo aprovechar el componente medíatico que tienen los cocineros en este momento para que a través de ellos, bien en sus programas de TV, realities, publicaciones o comentarios, hablen, bien ellos o sus sumilleres, sobre vinos.
Estoy seguro que si viéramos a Arguiñano, Subijana, Mario Sandoval, David Muñoz, o el cocinero de confianza de su restaurante favorito… hablar del vino -y si es español, pues mejor que mejor- al menos la curiosidad y el acercamiento a él irían en aumento y por ende, su consumo.
Si a ello sumamos conceptos como los defendidos por José Luis Louzán en su libro titulado precisamente “La Revolución del vino” -les recomiendo libro y blog- : búsqueda de la tipicidad, del terruño, del vino sin artificios ni “maderamen”, profesionalidad en la hosterlería y convicción en la distribuición,…, y añadimos un apoyo institucional por parte de la Administración -pónganle Ayuntamiento, Comunidad Autónoma o Ministerio- el granito de arena se irá convirtiendo en duna y ésta en playa, mejor que en desierto, aunque tal vez la imagen subliminar de éste generaría más sed. Ya me entienden.
Creo que por parte del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente se puede hacer más por este tema y, de momento volvería a incluir en los Premios “Alimentos de España” la Submodalidad “Mejor acción realizada en establecimientos de restauración en la presentación, selección, conservación y servicio de los vinos, que con la presencia de una cualificada bodega contribuye a fomentar el mejor y más completo conocimiento de nuestros vinos con denominación de origen” (Accésit en el 1999 y Premio en el 2003 -permítanme este momento de vanidad- que tuve el placer de compartir con Atrio -Premio- y El Velero -Accésit- cuando gestionaba la compra y la carta de vinos del restaurante familiar: El Candil de Salamanca) y que desapareció del palmarés desde el 2008.
Y así podríamos empezar a decir que vamos piano, piano…
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