Fernando Alberca, autor del famoso libro Todos los niños pueden ser Einstein , manifiesta que ‘la capacidad intelectual de los niños es infinita’.
Y eso es algo que no debemos desaprovechar.
Tan importante como los conocimientos académicos específicos como las matemáticas, la lengua o los idiomas, es necesario que enseñemos a nuestros niños a pensar estimulando el desarrollo de su cerebro y su capacidad de aprendizaje.
Si somos conscientes de lo resultados positivos de esta teoría, debemos empezar cuanto antes. No hace falta siquiera que el niño sepa hablar. Esta demostrado que incluso desde el vientre materno, los bebés reciben los estímulos del exterior.
Desde que nacemos los tramos de edad más importantes para comenzar a ejercitar la inteligencia son por orden de importancia: en primer lugar de 0 a 3 años, en segundo lugar, de 4 a 6 y en tercero de 7 a 12 años.
En este proceso de educación, fundamental es el papel de los padres. Aunque suene utópico, la base está en quererlos y alimentar su autoestima procurándoles el bien real, cosa que ellos perciben inmediatamente.
Los profesores y educadores desempeñan también un papel importante. Muchas personalidades célebres citan entre sus recuerdos, el papel desempeñado en su infancia por un determinado maestro que les marcó de por vida.
Sentadas las bases para la búsqueda de soluciones, la capacidad intelectual puede crecer a lo largo de nuestra vida.
Y no nos desanime tener un hijo aparentemente mal estudiante. El mismísimo Einstein no aprendió a leer hasta los 7 años y fue calificado por una desafortunada maestra como ‘mortalmente lerdo’.
En su libro, Fernando Alberca nos enseña pequeños trucos y técnicas para obtener el máximo rendimiento a la capacidad intelectual de los niños, que como hemos dicho antes, repitiendo sus propias palabras, es infinita.
¡Feliz miércoles!