Un buen amigo que por lo visto se lee las notas de mi blog me ha llamado para decirme que no entiende como puede ser que durante 40 años casi todos los habitantes del planeta hayan mantenido una opinión sobre Nixon que está totalmente alejada de la realidad tal como yo la contaba en mi nota.
Se me ha ocurrido contestarle usando una frase de otro presidente de U.S.A., Abraham Lincoln: “You can fool all the people some of the time, and some of the people all the time, but you cannot fool all the people all the time”, (Puedes engañar a toda la gente durante un tiempo, y a parte de la gente todo el tiempo, pero nunca podrás engañar a toda la gente todo el tiempo). Pues resulta que Lincoln se equivocó porque con los medios, técnicas y tecnología de hoy en día si se puede engañar a toda la gente todo el tiempo, y el caso de Richard Nixon es un buen ejemplo de ello, que como que siempre me ha intrigado, hace un tiempo busqué algunos detalles que me ayudasen a entenderlo.
El escándalo Watergate, una larga serie de jugadas sucias del comité para su reelección, que fue lo que acabó con Nixon, gracias a un chivatazo de un agente del FBI fue descubierto, aireado e impulsado por dos periodistas del Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein, que acabaron relacionando todo el montaje con la oficina del presidente y fueron los héroes de la historia. El Washington Post es el periódico más importante de USA, junto con el New York Times y el Wall Street Journal, que entonces estaba liderado por Katkarine Graham, cuyo acaudalado padre había comprado el periódico en 1933 en una subasta después de que quebrase. Tanto ella como su marido Philip Graham, que le había precedido en el periódico antes de su fallecimiento en 1963, formaban parte de la elite de pocas personas que decidían los temas realmente importantes del partido republicano, el de Nixon. Eran también íntimos amigos de Nelson Rockefeller, otro miembro de la elite republicana y uno de los personajes más importantes del partido. Está claro que desde esa posición y con esos medios podían convencer no solo a los ciudadanos USA sino a todo el mundo que no se estaban cargando a quien no había seguido sus instrucciones sino al peor presidente de la historia de USA, a lo que sin duda también contribuyeron el mal carácter y las fobias de Nixon.
Hay más datos sobre el asunto. El sucesor de Nixon fue Gerald Ford, del que por cierto Lyndon Johnson decía que de jovencito tenía la mala costumbre de jugar al futbol americano sin usar el casco, y también que no era capaz de andar y mascar chicle a la vez, y su vicepresidente fue precisamente Nelson Rockefeller, que malas lenguas dicen tenía la misión de restablecer la normalidad en la maltrecha oficina oval.
Si alguien tiene dudas de que esto sea así, que se lea una cualquiera de las muchas explicaciones sobre el escándalo Watergate que hay en Internet, y si después de haber leído lo que hizo Nixon le parece más grave que cualquiera de las barbaridades de sus sucesores que explicaba en mi primera nota sobre el personaje, que me lo diga.