Revista Medio Ambiente

¡No eres responsable por los demás!

Por Valedeoro @valedeoro

responsabilidad

Me gusta hablar de responsabilidad, de tu potencial de cambiar tu propia vida. Aún así (y gracias a una conversa dentro del grupo de mentoring), creo que es importante resaltar una matiz muy importante de la responsabilidad: Tienes la responsabilidad por ti misma, no por los demás.

De hecho, al proyectar tu responsabilidad sobre otra persona le haces daño a ti misma y a ella. Tú te quedarás agotada y a ella le quitas la posibilidad de vivir sus propios cambios y hacer sus propios experimentos. Ya sé que solo quieres ayudar, aún así, vale la pena revisar si estás apoyando o imposibilitando las decisiones de la otra persona.

Recortando las alas antes de volar

Mi amigo Sergio jamás en su vida ha tocado un producto de limpieza. Aunque hace años que se independizó, su madre viene una vez a la semana para limpiar el piso, fregar los platos y lavar su ropa. Él no sabe cómo funciona la lavadora, le dan asco los platos sucios y la mugre que se acumula en el sifón al lavarlas. Conozco a tres (ex)-novias desesperadas suyos, que huyeron ante la perspectiva de convertirse en su señora de limpieza si la madre un día dejaría de venir.

A Sergio le parece muy bien que no tiene que tocar nada en su propio piso. A veces le molesta que su madre entra y sale sin aviso previo (de preferencia los sábados a primera hora – alguien tiene que inspeccionar si alguna chica pasó la noche ahí) y a veces le preocupa un poco que ella le recuerde de citas con el médico que él no le había comentado. Pero en general ya le va bien no tener que preocuparse de todo ello.

A Sergio ya le va muy bien que le resuelven la vida. El problema se presentará el día que su madre ya no podrá hacer estos trabajos ya sea por cuestiones de salud o porque a él le destinan a otra oficina, lejos de su ciudad natal. No habrá aprendido ni lo más básico de como llevar su propia casa, a pesar de haberse “emancipado” hace ya 7 años.

El agotamiento de cuidar de los demás

Si a mi madre le gusta cuidarme, ¿qué hay de malo?, esa es la postura de Sergio. No se da cuenta que le está quitando los sábados (y que su marido hace años dejó de sugerir viajes de fin de semana para evitar que su mujer tuviera que hacer la limpieza entre semana). Nunca se le pasó por la cabeza de convertir estas horas por lo menos en una actividad conjunta para pasar tiempo con ella. Él no le pidió que viniera, así que ella no se puede quejar. Y ella no sabe cómo plantear el tema de que en realidad una lavadora no debería ser un misterio para alguien que se gana la vida programando sistemas de seguridad nacional.

Víctimas colaterales

Mi amigo Sergio depende completamente de su madre. Según el, la culpa la tiene ella, por supuesto. Su madre está cada vez más agotada, porque Sergio no es el único que “necesita” su ayuda. La culpa es de los demás, por supuesto.

Lo que ninguno de los dos entiende es que hay más personas involucradas en esta historia.

El padre de Sergio está harto de que su mujer se queje todo el día de lo cansada que está de limpiar para todo el mundo.

La actual novia de Sergio está a punto de marcharse después de que por segunda vez la madre entró en la habitación en medio de un despertar romántico. Intuye de que a largo plazo Sergio esperará de ella lo que ahora hace su madre, algo que no cuadra con la convicción de ella que las tareas de hogar se pueden compartir perfectamente.

Las amigas de la madre de Sergio la envidian por su capacidad de abnegación y entrega a su hijo, aunque les molesta un poco que cada dos por tres les cancela el café porque le falta planchar la camisa que Sergio necesita mañana.

La importancia de enseñar la pesca

Hay un proverbio chino que reza de que si das a un pobre un pescado comerá por un día. Si le enseñas a pescar, sin embargo, comerá por 100 días. El reto está en aceptar de que enseñar algo a corto plazo requiere más tiempo que simplemente resolver el tema.

Es más fácil lavarle la ropa que explicarle como se hace. Es más fácil limpiar su lavabo que enfrentarse a su reacción de niño mimado que no quiere ensuciarse las manos. Es más fácil a corto plazo, hasta que un día el corto plazo a no funciona.

¿Te reconoces en algunas de estas situaciones? ¿Impones tu ayuda para sentirte útil? ¿Aceptas que te recorten las alas por comodidad?

PD: ¡Ojo! Eso no significa que no puedas ayudar cuando alguien te pide que le eches una mano. La magia está en responder a una petición en vez de imponer tus propias interpretaciones de las necesidades ajenas.


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