Acaba de comparecer Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno ha hablado de tomates, de préstamo en condiciones favorables, de respaldo a la labor del Gobierno, a la economía española, a sus bancos,… A las 14 horas coge el primer avión a Gdansk para apoyar a la roja, porque España le necesita, le han invitado, y ya tiene dinero suficiente. Me deja Mariano en tierra con un deja-vú que me retrotrae al regustillo amargo del 11 de marzo de 2004, con toda la plana mayor del PP tirándose al agua para caer en la lancha del eufemismo, de la verdad enmascarada, de la mentira al fin. En aquel intento desesperado por culpar de los atentados a ETA, aunque todas las evidencias apuntaban a un ataque islamista, bastó, al igual que en estos días rescatados, con asomarse a la prensa internacional. Está en Internet, en tiempo real, disponible, gratis. Hay traductores on line para quien tenga problemas de idioma. Aznar nos metió en una guerra que ni nos iba ni nos venía sólo por satisfacer sus ínfulas de líder internacional, buscando fuera el reconocimiento de una capacidad intelectual que aquí se le negaba, de gurú, y sobre cuya existencia persisten serias dudas. Aznar era aquí el centro de todas las chuflas. Los humoristas le echaron mucho de menos cuando se fue: nunca habían tenido tanta materia prima y con ella vivieron sus años dorados.
Hoy, de vuelta a la pandereta, a la mentira burda y a la charanga, pero en versión 2.1 y sin tantas ganas como entonces: que esto no es un rescate, es un tomate. Y no voy a hacer ningún análisis de este préstamo en condiciones tan favorables que se nos presentó ayer y que Rajoy ha ratificado hoy. Sólo dudo.
Dudo por qué se ha tardado tanto en pedir si gracias a él todo será maravilloso porque dudo de que los bancos, destinatarios de ese dinero, hagan con él algo diferente a lo que han hecho hasta ahora: sanear sus maltrechas cuentas y continuar especulando y pagar sueldos indecentes a directivos corruptos, familiares, amigos o cómplices del poder.
Dudo de que Europa nos dé hasta 100.000 millones de euros sin pedir ningún sobreesfuerzo a cambio, sobre todo cuando leo, en el comunicado del Eurogrupo, que “el Eurogrupo confía en que España hará frente a sus compromisos bajo los procedimientos del déficit excesivo y atendiendo las reformas estructurales, con el ojo puesto en corregir los desequilibrios macroeconómicos en el marco del semestre europeo. Los progresos en estas áreas serán revisados de cerca y de forma regular, junto a la ayuda financiera”.
Dudo de que si el Estado es el que responde de esta ayuda, no tenga que ser él (es decir, todos nosotros), quienes la tengamos que devolver. Son 100.000 millones de euros, 16,6 billones de las antiguas (y quizás futuras) pesetas. En fin, todo son dudas y las explicaciones y ruedas de prensa prensadas no hacen otra cosa que crearme más incertidumbre porque huelo una mentira a 100.000 kilómetros de distancia.