Revista Educación

No hay educación integral sin el reconocimiento de nuestra sombra

Por Arcoirisdan

           Una educación que no contemple el trabajo con nuestra sombra no puede denominarse integral. Educar sólo en lo que reconocemos como bello y ético es condenar a una parte del ser humano al exilio de nuestro reconocimiento y amor, es como tener dos hijos y darle todo nuestro cariño sólo a uno. 

NO HAY EDUCACIÓN INTEGRAL SIN EL RECONOCIMIENTO DE NUESTRA SOMBRA

    Peter Pan no se podía reconocer completo sin su sombra, tuvo que ir en su búsqueda. Así el ser humano tampoco está completo sin su sombra, si la "pierde" nunca entenderá cuál ha sido su función, y además parte de su poder y sabiduría se perdería con ella. Un educador integral no puede trabajar sin atender a todas las partes de sus alumnos o hijos. Las pedagogías han marginado sistemáticamente nuestra sombra juzgándola de negativa, lo único que han hecho es tratar de reprimirla, olvidando aquel principio de Carl Jung: "a lo que te resistes, persiste"


      Los conflictos en casa y en clase son una gran oportunidad para trabajar la sombra desde la sabiduría, lo cual implica no hacerlo desde el juicio, sino todo lo contrario, desde el reconocimiento de que la sombra forma parte nuestra y merece el mismo amor que las partes que se "portan bien" . No se trata de ser tolerante con nuestra sombra, sino de comprender que nos está pidiendo, descifrar la sabiduría que encierra, para lo cual necesitamos las teorías y visiones de los Nuevos Paradigmas del Conocimiento; ya que estos apuntan a salir de la Dualidad y sus juicios condenatorios.       Trabajar la sombra más allá de la ética, la moral y demás juicios permite a nuestro amor salir de los cauces de lo correcto e inundar nuestras tierras más secas. No se puede educar todo nuestro territorio mental y afectivo sin que saquemos al amor de los cauces del juicio de lo correcto y lo incorrecto. Para conseguir algo tan atrevido necesitamos todo el valor y sabiduría de nuestro corazón, y adaptar nuestras creencias a la altura de nuestro sentir más profundo y bello, es decir, llevar a la educación hacia un nuevo paradigma de conocimiento que consiga que nuestra mente pueda brillar con la luz de nuestro corazón.



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