Revista Diario
"No hay nada de romántico en Buenos Aires", la primer novela de Martín Elizalde
Por Julianotal @mundopario"Para los europeos, en particular para los españoles, esa ciudad tiene un encanto especial, el romanticismo que a veces despiertan las causas perdidas. Nací ahí, viví ahí y de ahí fue un día decidí irme. Hablo con fundamentos: no hay nada de romántico en Buenos Aires". La primer novela titulada "No hay nada de romántico en Buenos Aires" de Martín Elizalde (cantante y compositor de la banda Falsos Profetas) alcanza con creces las expectativas de cualquier lector adscrito a las novelas rioplatenses, introspectivas, filosóficas y con una melancolía que logra incomodar al lector, Barthes la categorizaría entre las lecturas de goce, es decir, aquellas lecturas que no están dispuestas a darle el placer al lector de evadizarse y pone en cuestionamiento su imaginario ni orden social.
Las novelas contemporaneas se caracterizan por su transnacional donde el cosmopolitismo universal parecía estar a la orden del día cuando las fronteras soviéticas caían irremediablemente a fines de los ochenta y la globalización nos daba la bienvenida. Esta novela sintetiza la mixtura de las novelas "clásicas" rioplatenses, su "falsa inserción" en el mundo y el retorno a sus fuentes en un contexto complejo, la sintesis hegeliana de ambos procesos.El protagonista, un "antiheroe" llamado Eduardo que en circunstancias misteriosas para el lector se instaló en Madrid, donde sembró exito a través de su agencia de publicidad y mediante el aviso del fallecimiento de su madre decide regresar a Buenos Aires con su secretaria-amante. ¿Por qué ese regreso a lo Odiseo puede significar molesto para Eduardo? ¿Por qué se fue a España? ¿Qué fantasmas recobran fuerza a medida que llega al país? A lo largo de la novela, el autor empieza a armar las piezas del rompecabezas del enigma, haciendo un amague, un corte de manga, al lector que se imagina que la historia caerá en el lugar común del amor no correspondido. No, es más que eso y de ahí esa zaraza mía de la sintesis hegeliana.Eduardo viene de familia patricia, a medida que vamos leyendo nos enteramos que decide abrirse camino por él mismo en los tiempos en que el país salía a remate a fuerza de privatizaciones y deudas externas eternas, pinceladas de aquellos noventa, en el cual el protagonista consigue trabajo en el mundo de la publicidad aunque sus ideas no son escuchadas por los jefes octogenarios que no entienden el nuevo mundo y defienden valores y un sentido común ya "pasado de moda". Eduardo capta la esencia del new deal, hay que hacer publicidades provocadoras, machistas, lo importante es vender. Pero sabe adaptarse sólo en ese sentido, porque sus ideas sobre el amor y las relaciones no encajan en el mundo de las relaciones carnales del Consenso de Washington y las relaciones líquidas posmodernistas denominadas por Bauman. Eduardo conoce a Josefina que es el gran enigma de la historia. No, Josefina no es la Maga de Rayuela, la historia es distinta porque el mundo es distinto y ahí la incomodidad de Eduardo.Viaja a España y ahí construye un futuro de cartón, y ahí encontramos otra clave del mundo de las apariencias donde la imagen y el dinero es algo que parece lo primordial y que en el fondo deja un vacío porque el posmodernismo elimina todo anclaje. No hay nada romántico en Buenos Aires pero tampoco hay nada satisfactorio en Madrid, su tránsito en el modelo de exito del neoliberalismo significa una simple cascara que se resquebraja en mil pedazos cuando regresa al país y se encuentra con otra realidad. Ni buena ni mala, pasó el tiempo y el fantasma parece él. La novela también significará una nueva lectura para los seguidores del autor en sus canciones y en Falsos Profetas con su mezcla de arrabal tanguero y el nuevo orden social. Lo viejo y lo nuevo. De hecho, existen un par de guiños para ellos. Aparecen fragmentos de la hermosa letra de "Las luces de la autopista" en el primer encuentro entre Eduardo-Josefina. Pero la sintesis de la historia de la novela (que a su vez explica la canción) se encuentra en el tema que compuso para Falsos Profetas "Siempre tendremos París": "...pero todos tenemos un París, repetía don Eduardo. Y yo no entendía, porque nunca fui a París, ¿sabe? Una vez fui a Buenos Aires y con eso suficiente... (...) Pero este hombre me explicó que París no es un lugar, sino un recuerdo, algo lindo que nos haya pasado. ¿Usted tiene un París? ¿No? Tome otro trago y ya se va a acordar... todos tenemos uno... lo que pasa es que a veces se inunda y después se complica encontrarlo..."
El libro de Martín Elizalde se puede encontrar en: Clásica y ModernaCallao 892 / Recoleta
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