El calor aprieta y las faldas se acortan y los escotes resurgen. Ante la canícula la carne asoma, rezuma, se desborda. Y las miradas, como las temperaturas, se disparan. Algunos viandantes más que mirar, toman apuntes. Cuando hay más de un hombre en un grupo, en la calle o en la terraza de un bar suele apretar el paso o cruzar de cera. Pero la mayoría de veces el piropo llega puntual al igual que el sonrojo. Le consta que hay algunas mujeres que les gusta esta tradición malentendida. De lo contrario, se sienten invisibles.
Otras, en cambio, han iniciado una campaña en Lavapiés que incendia ya las redes con la etiqueta #nomellamonena y que trata de acabar con lo que entienden un acoso callejero. Invitan a las mujeres a hacerse fotos con lemas en el que les dicen a los piropeadores donde se puede meter su flor.
Se queda con algunas frases magistrales como “No me ruborizas, tu actitud te hace invisible”, “Mi cuerpo no quiere tu opinión” o “Mi escote lo elijo yo”. Porque aunque parezca increíble a veces no son las mujeres las que eligen el tamaño de su escote, a pesar del calor. Lo hacen por ellas las circunstancias, las apariencias, las miradas ajenas y a menudo se nos olvida que “Lo escandaloso no son mis tetas, es tu actitud”.
Curiosamente en paralelo a este arrebato de dignidad ha comenzado también en Internet un movimiento llamado #Idontneedfeminism –Yo no necesito el feminismo- en el que, igual que en el anterior, mujeres posan con carteles en el que expresan que el feminismo ya no es necesario en estos días. Es realmente llamativo que prácticamente a la vez y en lugares aparentemente tan alejados como España y Estados Unidos mujeres se reinvidiquen más que de un modo antagónico, complementario.
Éstas últimas mantienen que no se sienten víctimas, que no necesitan politizar su género, que no hay ninguna guerra contra ellas. Precisamente estas chicas que dicen no necesitar el feminismo son mujeres extremadamente jóvenes que no saben nada de los logros que esta lucha social consiguió para ellas ni de la vida, se teme. Con todo, ambas actitudes demuestran que queda tanto por hacer…