No va a pasar

No se va a subir sobre sus hombros para estar más cerca de La Luna. No le regalará una noche de sorpresas sobre la arena de una playa virgen. No se girará cuando se despidan después de una tarde tirados sobre el césped. Él lo sabe y ella también, pero uno de los dos persiste con la mentira porque tiene el convencimiento de que la verdad es el final; y los finales son para siempre.
Ella llegará una noche cualquiera, de esas que acostumbran a pasar dentro del coche sobre un mirador que el resto no usa para mirar. Él la estará esperando, y en una conversación de mierda se dirán la verdad y se despedirán para siempre. Uno de los dos se enfadará mucho y rezará a la esperanza del que no espera nada. Y el otro, que puede ser la otra, no sentirá nada, sólo la necesidad de que se olviden pronto.
Hay cosas que nunca pasan porque las circunstancias son muy suyas, y acaban con dos cuerpos viejos y cansados separados por miles de kilómetros. Pero pasa a menudo que alguien sabe que no pasará y se calla, y se guarda el secreto bajo la falsa ilusión de que no habrá un final. Cuatro palabras para cambiar el rumbo de la historia, de las anécdotas entre los dos, diez letras para volar libres.
- No va a pasar- Pero puede que pase, quizás mañana- Si tuviera que pasar ya habría pasado- Pero puede que pase- No va a pasar porque yo ya no querré- Pero puede que pase- Y será entonces cuando te arrepientas
No es venganza, ni vanagloria, ni tampoco es soberbia. En un país muy lejano lo llamarían justicia y a la vuelta de la esquina valor. El valor de jugar a un juego de antemano perdido, de caminar hacia una calle sin salida, de caer una y otra vez en la casilla de la oca que te llevará más rápido al final.
No va a pasar para cambiar el mundo y las citas incómodas. No va a pasar del lado del que miente y no del valiente. No va a pasar y punto.