Un susurro primero, después un sonido poco audible que fue incrementando el volumen paulatinamente mientras se dejaba limpiar por el agua de la ducha, mientras se secaba a restregones con la toalla, mientras rebuscaba en el armario el vestido rojo que casaba con sus sentimientos.
Se vistió con parsimonia, las lágrimas resbalando sin freno, la canción que ya tomaba forma en sus labios tensos. Ajustó el corpiño, abrochó cada botón con la conciencia de estar vistiéndose para la guerra, alisó la falda, cerró los puños de las mangas, se calzó las
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