Anna (Paprika Steen), una mujer danesa que trabaja como agente de jugadores de fútbol, abandona a su marido Christian (Anders Berthelsen) en Dinamarca para viajar a Buenos Aires, donde se enreda en una relación amorosa con el famoso jugador de Boca Juniors, Juan Díaz (Sebastián Estevanez). Christian, un vendedor de vinos, acompañado de su hijo, vuela hacia Argentina con la excusa de firmar los papeles de divorcio, aunque su principal fin es recuperar a la mujer que perdió. La visita deparará amores inesperados, choques evitables y enredos forzados, para que este drama se convierta en comedia. Películas como esta muestran lo cerca que está el límite entre el género dramático y el cómico. Para ello, las situaciones exageradas y algo ridículas son tan necesarias como evitables.
Aunque la mitad de la película se dedica a temas amorosos, la otra parte del filme muestra tres cosas: fútbol, vino y Buenos Aires. El largometraje se convierte en una oda a la más preciosa Buenos Aires, a los encantos de la ciudad y hasta se permite exhibir, en tono cómico, algunos defectos relativos a la (in)seguridad. El vino, salida incontrolable a los problemas de pareja, toma protagonismo para aumentar los momentos jocosos. El fútbol, deporte nacional en Argentina, es sólo un pretexto muy usado y poco original que lleva a generalizaciones inoportunas, para contar esta historia que, llena de tópicos, entretiene a un espectador que no deberá confundir los prejuicios mostrados en Noche de Vino y Copas.