Revista Cine
Seguimos, por quinto día consecutivo, disfrutando de la gran selección de películas del género fantástico, en todas sus vertientes, proyectadas en la primera edición del Nocturna. Hoy ha sido el turno de una sesión remember, un homenaje que el festival ha querido hacerle al genial y simpatiquísimo Mick Garris, conocido, sobre todo, por sus adaptaciones del novelista Stephen King, entre otras, Sonámbulos, Viaje a las tinieblas o la miniserie La maldición de Dark Lake. Para el festival, se han elegido los dos episodios de la serie Masters of Horror dirigidos por Garris. El propio director afirmaba estar muy ilusionado por poder ver en pantalla grande sus dos capítulos, además, en sesión continua.
El primero de ellos, Chocolate, narra la historia de un joven (Henry Thomas) que, a raíz de comer un poco de chocolate, comienza a ponerse en la piel de una mujer a quien no conoce. Cuando esta comete un asesinato, su empeño por encontrarla y decirle que la ama, se acentúa. Más que una historia de terror, nos encontramos ante una especie de thriller sobre pasiones, locuras y obsesiones autodestructivas. Está basada en una historia escrita 20 años antes por el propio Garris y que, a su vez, parte de un sueño que tuvo. Es bastante insustancial y se nota una obsesión por el tema sexual pero, aún así, tiene su encanto.
El segundo episodio nace de una historia de Clive Baker, adaptada a la pequeña pantalla por Garris. Valerie on the stairs es un cuento, de nuevo, sobre soledades y locuras. Un aspirante a escritor se va a vivir a un edificio habitado por otros escritores fracasados. Allí se le aparece todos los días, en la escalera, una joven hermosa que se encuentra bajo los dominios de una bestia (interpretada por el grandísimo Tony Todd). No pasa este capítulo de curioso; todos los personajes están pasados de rosca -¡ay, Christopher Lloyd! - y el terror, a pesar de la intención de Garris de volver al terror clásico con esta historia de fantasmas, es prácticamente inexistente.
A la noche nos aguardaba el preestreno de Al final todos mueren una película dividida en episodios. La sala se llenó para recibir a su equipo artístico, en lo que sin duda fue un éxito. De hecho, la organización pagó la novatada y había más gente en la sala que asientos. Pero nadie se quedó sin verla, ¿para qué sirven, si no, las escaleras?. Tanto los directores como el reparto estaban muy agradecidos ante la expectación que su película estaba levantando. No es para menos; Al final todos mueren supone una grata sorpresa dentro del género, aunque no todas las historias estén a la misma altura.
El prólogo y el epílogo, obra de Javier Fesser, nos pone en aviso ante lo que vamos a ver: el mundo se acaba. Fesser nos muestra a dos astronautas mirando desde el espacio la Tierra. Ellos van a ser los últimos seres humanos y serán testigos de excepción de la colisión de un meteorito con nnuestro planeta. Está plagado de humor, como no podía ser menos. La primera historia la dirige y protagoniza Javier Botet, a quien todos recordamos por dar vida a la niña Medeiros en la saga Rec. Peca un poco de novato al querer darle mucho empaque a su historia, la de un asesino que pretende hacerse famoso tras matar a 100 mujeres a lo largo de los años. Sin embargo, el fin del mundo le va a estropear esos planes y su cara a cara con la víctima número 100 no será como esperaba. La mayor baza es la capacidad para acojonar al personal en esos espacios cerrados y con la cara de loco de Botet.
La siguiente historia cuenta cómo una serie de jóvenes afrontan sus últimos días buscando ser amados. Esta es, sin duda, la más floja de las cuatro historias y no por la idea en sí ni por la dirección; su lastre está en unas interpretaciones nada creíbles, en las que se nota a leguas que están interpretando. Es imposible creerse a ninguno de los actores. Por suerte, la tercera historia levanta algo el vuelo. Cinco amigos se han reunido a cenar cuando, de pronto, oyen un disparo y una joven herida llama a la puerta. En su bolso, lleva cinco entradas para un refugio con el que, quizás, puedan salvarse de la aniquilación mundial. La pena de esta premisa es que no se explota, como a priori nos sugieren, la idea de la supervivencia. Se centra más en un trauma de uno de los protagonistas.
El broche de oro a Al final todos mueren lo pone la parte dirigida por David Galán Galindo. A tres horas de acabarse el mundo, un friki amante de los cómics vuelve a su tienda para suicidarse pero allí se encontrará con una mujer embarazada a quien ayudará a dar a luz. Esta historia hará las delicias de todos amante del mundo del cómic o el cine por las numerosas referencias y chistes. Funciona fantásticamente como comedia, no solo por lo hilarante de una situación, si no, sobre todo por la química cómica entre Elisa Mouliaá e Ismael Fritschi, quienes acompañados de un inteligente guión, nos harán soltar risotadas cada dos por tres.
Este sábado nos despediremos del Nocturna con otro homenaje a un genio del género, Joe Dante; podremos ver en primicia la nueva película de James Wan y conoceremos los ganadores de cada sección.