Salimos de Barcelona de madrugada, nuestro vuelo hacia Oslo, con escala en Munich, salía a las 6:25h, así que pudimos pasear por una Terminal desierta e incluso vimos como encendían las luces sobre las 6 AM.
Sobre las 12 de la mañana ya estábamos en la oficina de Avis para recoger el que seria nuestro compañero de viaje, un pequeño Peugeot 107 con kilometraje ilimitado.
Finalmente salíamos del Aeropuerto Gardermoen sobre las 13h. Jugar a buscar que coche teníamos porque no estaba aparcado donde nos habían dicho, nos demoro más de la cuenta. Pero por unos minutos, me sentí como en una película dándole al botoncito de la llave y buscando que coche se iluminaba, jejeje
Nuestra primera parada a 150km y a unas 2h de trayecto era Lillehammer.
Lillehammer es conocida por haber sido sede de los Juegos Olímpicos de Invierno en 1994 y actualmente, es uno de los centros deportivos más conocidos de Noruega.
Nos alojamos en el “Lillehammer Turistsenter Budget Hotel” un hotelito con encanto con vistas al lago Mjøsa y al río Lågen y situado, a unos 20 minutitos andando de la Storgata, la calle peatonal del centro de la ciudad.
Tras dejar el equipaje nos dirigimos en coche hacia el centro. Me hacia especial ilusión ver de cerca el famoso trampolín de salto, símbolo de Lillehammer a nivel internacional, y aunque era visible desde cualquier punto de la ciudad, no tenia pinta de estar muy cerca.
Si una cosa pudimos constatar es que allí tampoco se libran de la zona azul
Al final aparcamos muy cerca de la Storgata y dimos una vueltecita por un centro peatonal lleno de tiendecitas y con muchas referencias a los juegos olímpicos.
La verdad nunca imaginé que Lillehammer tuviera tanto encanto.
Nos encaminamos hacia el Olympia Parken cruzando un frondoso parque, más digno de ser un trocito de montaña, que un simple parquecito.
Y al salir de él ya no había pérdida, bastaba con seguir la carretera, aunque la verdad continuaba teniendo pinta de estar muy muy lejos y más, cuando a lo lejos pudimos divisar que había un parking
Continuamos, más por pereza de regresar a por el coche que otra cosa, y al final llegamos a la base del Olimpia Parken. Es impresionante ver su magnitud y lo que de lejos habían parecido manchitas, de cerca eran los chubasqueros de los turistas.
Estábamos en la base y ahora teníamos dos opciones: subir con el telesilla o subir a pie los 954 escalones… difícil decisión ¿verdad?
Pues sí, a patita como los jabatos empezamos a subir por unas pequeñas escaleras situadas en el lateral. No recuerdo cuanto tiempo tardé en llegar arriba, aunque la verdad se me hizo eterno, sin olvidar que entre tanto, se puso a llover.
La vista desde la torre de saltos es espectacular, se puede divisar toda Lillehammer y el lago Mjøsa. Aunque no me gustaría estar en la piel de un saltador cuando asoma los skis por la cima del trampolín a esa altura de vértigo :S
Gracias a la cubierta de plástico pueden entrenar todo el año, pero por desgracia era tarde y los entrenamientos son por la mañana, así que no pudimos ver a nadie en acción.
La bajada no fue mucho mejor, los escalones de metal resbalaban bastante y encima la intensidad de la lluvia aumentó y terminamos como pollos pasados por agua, cosa bastante normal en Noruega, porque si hay algo típico, es que llueve constantemente.
Regresamos dando un paseito al centro, cenamos alguna cosita y nos fuimos a dormir prontito, después del madrugón y del palizón del trampolín, teníamos que recuperar energías para el día siguiente. Próxima parada Roros.
Y para terminar, la foto del día sin duda fue esta