Revista Cocina

¿Nos estamos pasando de sanos? Cuando la salud se convierte en obsesión

Por Sentir @menjasa1

El título de este artículo puede parecer una paradoja. Es como si habláramos de alguien demasiado bueno, demasiado inteligente o demasiado guapo. Parece que nunca es demasiado si hablamos de cualidades positivas, pero si para llegar a este “demasiado” nuestra vida cotidiana se está viendo afectada, entonces quizás sí que podemos hablar de un exceso de esta cualidad.

La salud es importante, eso es evidente. De hecho, es tan importante que la gran mayoría de personas la sitúan entre los tres aspectos clave para poder vivir una vida plena (probablemente acompañada del amor o de la seguridad económica). Así pues, teniendo en cuenta que una parte de la salud tiene que ver con cómo nos cuidamos y alimentamos, no es de extrañar que muchas personas se preocupen mucho por llevar una alimentación equilibrada y una vida sana.

Adoptar una actitud activa en el cuidado de nuestra salud nos ayudará a sentirnos mejor, estar en una buena forma física y favorecerá nuestro equilibrio emocional. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando ese afán por cuidarnos ocupa la mayor parte de nuestro tiempo y nos condiciona nuestro día a día?

En los últimos años y sobre todo gracias a la facilidad en el acceso a Internet tenemos a nuestro alcance una gran cantidad de información sobre alimentación y hábitos saludables que es muy difícil de digerir y seleccionar adecuadamente. A veces, incluso, nos podemos encontrar con información contradictoria, confusa o que cambia rápidamente y esto nos puede generar una sensación de incertidumbre. Además, en la red y en los medios de comunicación se habla de alimentos buenos, de alimentos malos, de superalimentos y de alimentos totalmente prohibidos.

El exceso de información y la creciente inquietud por todo lo que comemos sumados a una preocupación excesiva por nuestro cuerpo y nuestra imagen puede hacer que algunas personas nos obsesionemos por seguir una alimentación muy estricta, donde sólo tienen cabida ciertos alimentos etiquetados como “sanos”. Además, si somos personas perfeccionistas, con necesidad de tener el control de las situaciones y muy preocupadas por la salud y/o la imagen corporal, es probable que esta obsesión se convierta en un problema y afecte nuestra rutina diaria y, de rebote, la de los que están a nuestro alrededor.


Los excesos por nuestro cuerpo e imagen pueden obsesionarnos a una alimentación muy estricta
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Entonces, ¿qué puede pasar si nos “pasamos de sanos”? A continuación detallamos algunas de las características que nos pueden indicar que quizás nos estemos excediendo:

– Hemos eliminado de nuestra dieta muchos de los alimentos de consumo general porque pensamos que no son saludables y que nos pueden acarrear problemas de salud.

– No podemos permitirnos ningún error en nuestra alimentación, somos muy estrictos con el tipo de alimentos que nos permitimos.

– Dedicamos mucho tiempo a planificar las comidas para que todo esté controlado y no haya riesgo de que improvisar.

– Evitamos ir a restaurantes, ya que no podemos saber a ciencia cierta la procedencia ni el tipo de cocción de los alimentos.

– Si nos invitan a comer a casa de algún amigo comemos sólo aquello que forma parte de nuestro plan alimentario y a veces llevamos nuestra comida para así asegurarnos de que comeremos adecuadamente.

– Intentamos no saltarnos nunca nuestra alimentación, pero si algún día es inevitable después nos sentimos culpables e intentamos compensarlo siendo un poco más estrictos en las siguientes comidas.

Estas características, entre otras, pueden hacer que nuestro día a día gire alrededor de la comida, reduciendo así el tiempo dedicado al ocio, las relaciones personales y el placer. Además, esta necesidad de control nos puede volver muy rígidos y poco flexibles, no sólo con la alimentación, sino también con otros aspectos de nuestra vida.

Para evitar estas dificultades es recomendable que nos permitamos ser un poco más flexibles y espontáneos a la hora de comer y entender que no hay alimentos buenos ni malos, sino que todos son necesarios en su medida. También es importante que rompamos el vínculo entre la comida y el estado de ánimo. Sentirnos bien o mal con nosotros mismos no debe tener que ver con lo que hemos comido o no hemos comido ese día.

Ya para terminar, debemos tener en cuenta también que nuestra salud no depende únicamente de lo que nosotros hacemos para cuidarnos. Nuestra salud depende de muchos factores, tanto genéticos como ambientales, que es imposible que nosotros podamos controlar al 100%. Si nos libramos de esta presión probablemente podamos comer de una forma más libre y consciente, consiguiendo un mayor disfrute con la alimentación.


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