Nos queda el otoño que será llamado invierno, los domingos, tu portal, mis canciones nuevas y tus viejas canciones, las palmeras en la nieve, los amigos de siempre, el teatro, las sonrisas sinceras y para los peores ratos tenemos a Quique y la tristeza de Urquijo.
Nos quedan los gintonics, las sobremesas, la ilusión con la que brilla lo nuevo, las maletas de ida, las maletas de vuelta, los minutos contigo, la lluvia, el frío y el sol que se esconde pero no se va.
Nos queda tiempo de vivir y de sobrevivir.
Nos quedan los recuerdos añejos, otras ciudades, las mismas calles, la pena, la ilusión, la esperanza y la desesperación.
Nos quedan las llamadas a deshora, la imaginación, los límites, la voluntad, el miedo a lo desconocido, la soledad, la inmunidad y el tedio.
Nos quedan los recuerdos de un cine de verano, los ratos con uno mismo, el momento oportuno, las oportunidades que hemos dejado pasar, la piel de gallina, el placer de encontrar algo que creíamos perdido, tu lado de la cama, la felicidad latente y tú mientras tanto rebotando en un espacio vacío.