El Brunch, ese invento neoyorkino para DESAYUNAR-COMER los domingos, compuesto por gran variedad de alimentos dulces y salados, con algún cóctel alcohólico incluido para atenuar la resaca del día anterior.
Hace unos años, me invitaron a trabajar un fin de semana a la isla de Cerdeña con Víctor. Poquito trabajo y mucho placer, sobre todo gastronómico. Sin duda, lo que más nos sorprendió y recordamos con una sonrisa en la boca fue el brunch del domingo, justo antes de partir de vuelta a Barcelona. Un buffet enorme, del que perdías la cuenta de lo que habías probado y lo que no. Desde entonces siempre he querido preparar uno en casa, pero siempre hay un mañana.
Este domingo quedamos con unos amigos a los que hacía mucho no veíamos, Edu y Rafa, y nos recibieron con un brunch en su casa, un encantador y soleado piso de l'Eixample. En la mesa no cogía un alfiler: muffins de plátano y canela, plumcake de limón, croisants, pan alemán, salmón...y como no, el cóctel, que preparó Edu con todo su cariño: Mimosa (zumo natural de naranja y cava) estaba delicioso.
Jacin trajo una Tarta de Santiago y yo un Plumcake Vulcano de plátano y nueces (Vulcano por lo del hundimiento central ^_^).
Estaba todo delicioso y no tuve hambre hasta la noche, pero lo mejor, como siempre, es compartir estos momentos agradables en buena compañía.
Petonets