Revista Libros
Luis Antonio de Villena.
Nuevas semblanzas y generaciones.
Pre-Textos. Valencia, 2010.
Salvador Dalí en un teatro y Orson Welles en una marisquería son los dos famosos que abren las Nuevas semblanzas y generaciones, la galería de retratos que Luis Antonio de Villena publica en Pre-Textos.
Cincuenta y un retratos de escritores a los que trató personalmente el autor con más o menos frecuencia y cercanía, lo que le permite hablar de la vanidad de un Jorge Guilén octogenario, de la dentadura postiza de Gerardo Diego y sus problemas con una onomatopeya, del gusto de Juan Larrea por los cruasanes con mermelada, de Aleixandre el epéntico y la inteligencia intemperante de Rosa Chacel, de la antipatía de Alberti y el abismo órfico de María Zambrano.
Son muchos los personajes de la galería: un Gastón Baquero desastrado, culto y marginal, un García Baena claustral y pagano, una merienda con Borges, al que guiaba al baño, un Hierro orgulloso y cordial, los trucos líricos y las musas jóvenes de Umbral, la oscura distancia de Benet, Juan Goytisolo en su enfado permanente, la camaradería en la depresión con su hermano José Agustín, las salidas a la nocturnidad con Brines, el recuerdo lamentable de un Claudio Rodríguez al que rehuían en sus borracherías y al que dejaron a su suerte sobre un capó bajo la nieve porque los llamaban los urgentes placeres jóvenes de la noche. Una noche madrileña que podía ser menos civilizada aún tras la muerte de Ángel González.
Y escritores más jóvenes: un Gimferrer absurdo, un homosexual al que le gustan las mujeres- según él mismo-, Colinas y su misticismo taoísta, las rondas nocturnas con Leopoldo Mª Panero, la ambigüedad de Ana Rosetti tras sus abanicos de marabú, el elogio de las buenas maneras en Luis Alberto de Cuenca, una Almudena Grandes que habla muy alto y comparte anchos apetitos y fuerza natural con Luis García Montero o un Vicente Gallego camaleónico y audaz.
Intermediaciones y contactos, copetines y cuchipandas, autógrafos y comadreos se suceden en las páginas de estas Nuevas semblanzas y generaciones en las que –con un tono oscilante entre Gloria Fuertes y Antonio Gala- abundan también los retintines y las bromas de un yo vicario y evocador de visitas y literatura, de cenas poéticas y copas de madrugada, de semblanzas y vidas desmañadas.
Santos Domínguez