Chick-lit es un término creado en torno a los 90 del siglo pasado (cómo de lejano suena esto, ¿verdad?). Chick en argot americano significa chica y lit es, lógicamente, la abreviatura de literatura. Strictus sensus, Nunca volveremos a ser las mismas, de Brenda H. Lewis, no pertenece entonces al género aunque solo sea por la edad de la protagonista y algunos otros factores que ahora veremos.
Sí coincide con el género en que su protagonista es una mujer independiente, con un buen sueldo, que da gran importancia a la amistad, con amig@ homosexual (nunca falta) y que desarrolla a lo largo de la novela una especie de pornografía sentimental con un gran sentido del humor. Sin embargo, Maica, la protagonista de Nunca volveremos a ser las mismas, no es una chica, tiene cuarenta y nueve años y es madre de una adolescente, y no es además ni una mujer frívola, ni consumista o inmadura.
Maica Solís, nuestra protagonista, está a punto de cumplir los 50 años y no parece hacerle mucha ilusión. Así, en las semanas previas a esa traumático cumpleaños, ya víctima de los primeros sofocos premenopáusicos, vamos a ir conociendo su vida y a la gente que configura su mundo, un mundo lleno de comedia y sentido del humor. Y es que la ironía y el sarcasmo con el que Maica se presenta a sí misma y a su entorno y con el que nos cuenta lo que le va sucediendo o lo que se le va pasando por esa cabecita suya es el gran encanto de la novela.
Se divide el libro en cuatro partes, alguna con título muy musical: Maica y alrededores, Sorpresas, confesiones y otras urgencias, Cuando el amor llega así de esta manera y Amigas para siempre. En la primera parte iremos entrando en contacto con los distintos personajes. Conoceremos a su amiga Rossi "con sus roles de inteligencia emocional, su vocecilla de consejera espiritual, sus maestros tibetanos" y que también anda con sus enganches y dependencias emocionales; a Chin-Zsé, su adolescente hija adoptada, su "porcelana Ming", que se va de viaje a Inglaterra a aprender inglés;
a Sasa, la niñera francesa que se ha convertido, con el paso de los años en amiga y consejera, Sasa, "una lesbiana pata negra", "un encanto eso es lo que es nuestra Sasa"; a Leticia, su ingenua y entusiasta madre, liberada tras su divorcio; a Regina, su algo pija hermana; a la tía Silvia, todo un personaje..."La han llamado de todo: Sin-sed, Tin-te, Chiste-te, Sin-té,... Menos mal que ella es un encanto y se lo toma a risa. Una balsa de aceite es mi pequeña. En eso he tenido suerte."
Y aunque no aparecen de forma directa en la novela sí se menciona con frecuencia a dos hombres que la han marcado: "Súper Mario Bros, alias el piloto de Lufthansa", su ex-marido, que la dejó por Anneke, "sirvebandejas holandesa de diecinueve años y con tanga incorporado", y su padre con el que no mantiene una relación especialmente buena. Los hombres no salen realmente muy bien parados... hasta que, en el viaje que emprende con su madre y con Rossi a Francia, aparece el apuesto médico francesito Jean-Claude. Un viaje este, por cierto, en el que se producen las escenas más desopilantes.
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Y así, entre viajes, la dieta disociada, las clases de danza del vientre, las sesiones en el diván de su psiquiatra, los flash-backs, sus llamadas a Chin- Zsé y sus paranoias sobre los riesgos que corre su niña en Inglaterra,... vamos descubriendo a Maica.A quien le apetezca pasar unas estupendas horas de entretenimiento, de muchas sonrisas, risas y carcajadas, que ni lo dude, Nunca volveremos a ser las mismas las garantiza. Y es de tod@s sabido lo bien que sienta reírse, ¿verdad?... La mejor terapia.