Revista En Femenino

Objetivo : ser feliz

Publicado el 09 octubre 2012 por Demoniatentacion
OBJETIVO : SER FELIZ     Creo que las chicas felices son las más bellas. Y creo que reírse es la mejor manera de quemar calorías. Creo en los besos, en besar mucho. Creo en ser fuerte cuando todo parece ir mal”, decía Audrey Hepburn. "Ser feliz”. Una máxima tan manida como, en ocasiones, difícil de conseguir. Y de definir porque, probablemente, pocas cosas existan tan subjetivas como este estado de ánimo al que, de forma universal, todos aspiramos. Conseguir un equilibrio emocional que genere un estado de bienestar general es un mundano (y divino) objetivo que, en ocasiones, puede verse truncado por pequeños gestos fáciles de corregir: marcarse objetivos ambiciosos fuera de tu límite de control, una eterna aspiración a una perfección inexistente o juzgar de forma excesiva capítulos de nuestra vida menos afortunados son acciones que pueden complicar tu vida. “Las personas felices lo son no porque tengan más que los demás, sino porque su atención está puesta en lo importante”, sentencia con contundencia la psicóloga Patricia Ramírez, autora del libro Entrénate para la vida, quien define la felicidad como “un estado general de bienestar. Ser feliz no implica no sufrir, pero sí que la valoración que tú hagas a pesar de esos baches sea positiva. Tu atención tiene que estar puesta en lo que suma y te produce bienestar”, añade. Hablamos con ella y con Miguel y José Ruiz, autores de los libros de autoayuda Los cuatro acuerdos y el Quinto acuerdo, para desvelar las pistas que nos ayuden a manejar situciones adversas, hacernos la vida más fácil y conseguir eso que llaman felicidad y que Seneca insistía en que precisamente consistía en “no tener que pensar en ella”. Sigue leyendo y be happy!   Tú marcas tus objetivos. A la hora de fijar tus propias metas es fundamental que tengas en cuenta la máxima en la que incide Patricia Ramírez. “Establecer objetivos en función de lo controlable, no de lo que depende de otros. Esto depende de tu capacidad, actitud y de tus recursos personales”, afirma. Controlables, pero ambiciosos, porque tal y como recalcan la psicóloga y Miguel y José Ruiz, los objetivos ambiciosos no son contraproducentes, siempre y cuando “seamos conscientes de que estamos preparados para alcanzarlos”. ¿El punto medio? Metas ambiciosas que nos saquen de nuestra zona de confort, pero no excesivamente exigentes como para generar frustración.   No te embarques en demasiados frentes. Y es que “la sensación de tener muchos frentes abiertos incrementa el nivel de ansiedad y frustración”, señala Ramírez. "La clave está en saber cerrar carpetas, tanto las que están bajo nuestro control como las que tratan problemas que no podemos manejar. Y hacerlo siempre siguiendo esta máxima: Si puedo solucionar el problema, actúo. Si el problema no depende de ti, “tienes que trabajar el pensamiento y dejar de malgastar energía en algo que no está bajo tu control”, añade la experta.   No te tortures. Si hay capítulos de tu vida que te atormentan porque algo ha salido mal es fundamental no castigarse a uno mismo porque precisamente lo que realmente nos atormenta es nuestra propia forma de juzgar esos episodios. “Conseguimos pasar página cuando nos damos cuenta de que estamos escribiendo la historia de nuestra vida y que ésta se conforma de capítulos, algunos felices, algunos infelices, y que no siempre se consigue cerrar esos capítulos. La solución es despegarnos de nuestros propios juicios”, sentencian los autores del libro Los Cinco Acuerdos. Audrey Hepburn decía: “Pienso en rosa. Creo que reírse es la mejor manera de quemar calorías. Creo en los besos, en besar mucho. Creo en ser fuerte cuando todo parece ir mal. Y creo que las chicas felices son las más bellas".   Ponte en duda. Pero no a ti, a tus conocimientos, porque “más del 80% de nuestro conocimiento está basado en mentiras, y son estas mentiras las que crean todas esas limitaciones en nuestra vida. Por lo tanto, es bueno ser escéptico con uno mismo y poner en duda todo aquello que sabemos para así tomar mejores decisiones”, nos cuentan Miguel y José Ruiz.   Busca tus pequeños placeres. Los expertos son tajantes: “Las personas felices aprecian detalles, esos ratitos del día a los que dan valor, los mismos ratos que pasan inadvertidos para otras muchas personas”, afirma Patricia Ramírez. Por eso, es fundamental buscarlos y valorarlos para incrementar el nivel de bienestar y ayudar a que tu balance al final del día sea mucho más positivo. Un café, el paseo de vuelta a casa tras el trabajo, ver una película antes de irte a la cama… Continúa tú la lista y ¡sé feliz! Brigitte Bardot “He tenido éxito en la vida. Ahora, intento hacer de mi vida un éxito”, afirmaba la actriz.   No eres perfecta. Pero ni tú, ni nadie. “La perfección no existe, solo la tendencia a mejorar. Cada vez que vemos algo casi perfecto, tendemos a querer hacerlo mejor. Pero tenemos que aprender a diferenciar el límite entre lo que está realmente bien y lo que es perfecto. Además, la calidad que va desde lo realmente bien a lo perfecto no suele ser perceptible por los demás. La mayoría de las veces sólo tú eres capaz de darte cuenta”, nos cuenta Ramírez. Y va más allá para aliviar ese aspiración a un nivel de perfeccionamiento que solo conseguirá mermar nuestra autoestima. “La relación entre el tiempo que inviertes en hacerlo perfecto en relación al resultado de haberlo dejado realmente bien no se justifica. Te lleva a perder tiempo en algo que no es perceptible para la mayoría y disminuye mucho tu nivel de productividad”.   Give thanks. Es otra de las claves de la felicidad: ser agradecidos. “Las personas agradecidas son habitualmente personas benevolentes. Están atentas a lo que les ofrece la vida y a las personas. El agradecimiento es una forma de poner valor a todo aquello que disfrutas”, sentencia la psicóloga. Además, Miguel y José Ruiz van más allá. “Porque el ser agradecidos nos hace tan felices que nuestra respuesta inmediata es ser generosos”.   ¿Si quieres, puedes? En ocasiones, frases tan obvias que tenemos asumidas como reales pueden causarnos más de un inconveniente en la consecución de nuestro mundano (y divino) objetivo: ser felices. Y es que no siempre que se quiere, se puede. La diferencia está en saber de qué depende eso que deseas hacer. “Si lo que quieres depende de tu talento y de tus recursos personales, sí, porque en este caso la diferencia entre el que va por ello y el que baja los brazos es solo de actitud. Sin embargo, si lo que quieres es un objetivo en el que intervienen la suerte, el talento que no tienes o terceras personas, esta afirmación puede resultar frustrante”, nos cuenta la autora del libro Entrénate para la vida.   Exprésate. “Si no estás feliz, lo primero es expresarlo, pero lo segundo es actuar. No vacíes la mochila solo con palabras, busca un cambio y actúa”, afirma Ramírez en un intento de esbozar la fórmula perfecta de la felicidad. Y es que, compartir problemas y emociones es una buena forma de lograr el bienestar, porque te puedes sentir comprendida y porque puedes ampliar tu visión sobre posibles soluciones. Eso sí, la psicóloga pone una premisa como máxima. “No confundas expresar emociones con victimismo. Que digas cómo te sientes no implica que busques excusas para salir del bache”.   Cuidado con las críticas. “Para que no nos afecten es necesario ser escéptico y escuchar. Siendo escéptico no tomamos las cosas personalmente y, por tanto, no hacemos suposiciones”, afirman Manuel y José Ruiz. A lo que Patricia Ramírez añade. “Debemos aportarles la credibilidad justa, ya que cualquier opinión no es más que eso, una opinión, con la subjetividad correspondiente”. Además, resulta fundamental analizar de quién proviene. “Si la realiza alguien de confianza y de forma constructiva, es aconsejable escucharla, incluso pedir más información sobre la misma. Si proviene de alguien que quiere hacerte daño, ignora”, concluye.   Sé fuerte. Tal y como apuntan Miguel y José Ruiz, “en muchas ocasiones los retos parecen ser tan grandes que nos causa temor llevarlos a cabo y, por tanto, tratamos de evitarlos”. Sin embargo, la clave para ser más feliz está en “tener el valor suficiente y la disciplina para enfrentarlos, sin tener en cuenta el resultado que vamos a tener”. “La verdadera felicidad es imposible sin la soledad . Necesito soledad en mi vida como necesito comida, bebida y la risa de los niños”, sentenció Sophia Loren cuando hablaba de la búsqueda del equilibrio emocional.   Si algo te hace infeliz… Debes tener en cuenta que no siempre todas las cosas que te hacen infeliz pueden desaparecer de de tu vida. Si puedes erradicarlas, hazlo. “Si se trata de algo de lo que podemos desprendernos porque no lo necesitamos para nuestra vida, cuanto antes decidas no convivir con ello, mejor”, señala Ramírez. Sin embargo, igual de importante es reconocer que hay cosas que no nos hacen felices pero que forman parte de nuestras responsabilidades y que no podemos eliminar. “No todo lo que uno hace durante el día produce bienestar”, apunta. La actriz Bette Davis afirmaba: "Nunca serás más feliz de lo que esperas. Para cambiar tu felicidad, cambia tu expectativa."   ¡Organízate! Saber priorizar en tu día a día es fundamental para ser feliz. Y la mejor forma de ordenar tu escala de prioridades es, precisamente, teniendo claros tus valores. “Los valores marcan tu modus vivendi, son las reglas y principios bajo los que te ordenas. Cuando te los saltas te sientes terriblemente mal”, nos cuenta Ramírez. Por eso, si eres una persona familiar, procura que todo lo que tiene que ver con tu familia y tu pareja sea prioritario. “Te sentirás mucho mejor si atiendes a tus necesidades personales y familiares. Mejorará tu humor y la forma en que te enfrentarás al trabajo pendiente será creativa y sosegada”, añade.   Sé sincera contigo misma. Puede resultar algo obvio, pero es una premisa fundamental para ser feliz. “Es muy importante tener confianza en uno mismo, ya que de esta manera la decisión de cómo y cuándo comunicarmos se hace sin temor y con sinceridad, siendo impecables con nuestra palabra”, afirman Miguel y José Ruiz. Y precisamente esta afirmación va estrechamente relacionada con la imagen que proyectamos. “Es lo que deseamos que los demás vean”, afirma Ramírez. “El requisito fundamental para dar una imagen con la que nos sintamos cómodos es tener claro cómo quieres comportarte y cómo quieres sentirte. Y ser coherente con tu escala de valores".

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