el paso estúpido de la incultura
y la intelectualidad vestida de rosa y espina.
Recuerdo lo felices que fuimos con apenas veinte euros.
Una visita rápida a Euskadi y el almuerzo
a orillas del Atlántico, bajo la cruz azul del Empire State.Los coches de policía abandonaban el decorado
y el chascarrillo comenzaba a apoderarsede los barrios difíciles de la ciudad.
Disparos, detenciones, ametralladoras y bombas nucleares.
Al despertar todo era mentira.
Al despertar solo había habido un robo. Un acto racial. Tres coches estrellados contra un camión.
Ni un solo cadáver. Ni una muerte.
Eso me reconfortó. No necesité otra cosa
que la risa, el humo, el espacio efímero entre nuestros cuerpos.Adyacentes. Románicos. Sencillos.
Buenas noches, baby. Mañana todo será mentira otra vez.
Todo menos la pantalla del cine y el atribulado sabor de las palomitas.