Revista Asia

Oh, gran montaña Dangrek

Por Tiburciosamsa
Oh, gran montaña Dangrek

La literatura sobre el holocausto camboyano tiene dos grandes vacíos. El primero es que todo lo que se ha escrito ha sido pensando en el público occidental. Primero fueron los libros de Historia escritos por occidentales para occidentales. Luego, en los últimos años, han ido apareciendo libros como “Survival in the Killing Fields” por Haing Ngor, “First they killed my father” por Loung Ung o “Stay alive, my son” por Pin Yathay, en los que supervivientes del holocausto han contado sus experiencias. Pero se trata de libros escritos para un público occidental. Hay muy poco escrito por camboyanos para otros camboyanos sobre el holocausto, aunque ésta es una carencia que el Documentation Center of Cambodia está intentando subsanar.

El otro gran vacío consiste en creer que el holocausto camboyano se reduce a los tres años que los khmeres rojos estuvieron en el poder. El pueblo camboyano sufrió mucho durante los cinco años de guerra civil que precedieron a la victoria de los khmeres rojos y durante los años posteriores, cuando muchos refugiados camboyanos se encontraron como rehenes en tierra de nadie: instrumentalizados por los khmeres rojos, manipulados por Thailandia, no aceptados por el régimen pro-vietnamita de Phnom Penh y descuidados por la comunicad internacional. Uno de los momentos más dramáticos fue la huída de los refugiados por las sendas de la Montaña Dangrek, en la que muchos murieron.

En 2008 el monje camboyano Ly Van Aggadipo murió en EEUU. Entre sus efectos personales se encontró un manuscrito en khmer, que contenía dos largos poemas. El primero “El régimen Khmer Rojo: una pesadilla personal”, cuenta la historia de su familia en ese período, destacando especialmente la historia del éxodo de los camboyanos hacia la frontera thailandesa tras la invasión vietnamita de 1979. El segundo, “El amor desgraciado de Slophoan Chea”, cuenta la historia de dos amantes separados por la guerra y las desgracias que afligen a Camboya. Éste segundo poema es más clásico y se inscribe en toda una tradición asiática de amores intensos y desgraciados. Shakespeare no inventó nada nuevo con “Romeo y Julieta”.

Un pequeño ejemplo de la poesía de Ly Van Aggadipo:

Jóvenes muchachas fueron privadas de su belleza, pareciéndose a sus abuelas envejecidas;

También los jóvenes muchachos se transformaron en abuelos envejecidos;

Con rodillas más grandes que sus caderas, sus cabezas más anchas que sus hombros,

Habiéndolo perdido todo, incluido sus cabellos, sus cuerpos se ajaron.”

Tal vez no sean los mejores versos de todos los tiempos, pero hay textos en los que el sentimiento cuenta más que el estilo literario.

Los poemas fueron publicados el año pasado con traducción al inglés a cargo de Samkhann Khoeun con el título “Oh! Maha Mount Dangrek”.


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