Una experiencia real vivida hace unas semanas, me llevó a construir este relato para Salto al reverso.
El martes a mediodía regresaba a donde había aparcado el coche, una calle con mucha pendiente junto al instituto Pau Gargallo de Badalona. Mientras bajaba, vi que, por la misma acera, subía renqueante una mujer, tanto que tenía que agarrarse de la valla del instituto para no caer. Acabó sentándose en el saliente del muro para coger resuello. Algo alarmado, me acerqué.
—¿Necesitas ayuda?
La chica —debía rondar la treintena, quizás algo más— levantó la cabeza y me miró con los ojos más tristes que recuerdo. Con una mano temblorosa se secaba las lágrimas.
—No, gracias. Llevo todo el día temblando y sin fuerzas.
—Deberías ir al médico.
Era una situación de esas en que está claro que algo va mal, pero no sabes cuál es la manera acertada de actuar.
—Sí, debería… Debería hacer tantas cosas con mi vida…
Aunque hablaba un buen castellano, el acento y las facciones…
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