AXN White acabó de emitir la semana pasada la primera temporada de la serie británica Llama a la Comadrona (Call the Midwife). Seis episodios la componen, sin contar el especial de Navidad que se emitirá el mismo día 25 en Reino Unido y que esperemos que no tarde mucho en llegar a España, y me ha parecido muy buena.
No se necesitan muchas florituras para hacer una buena serie y esta ha demostrado serlo narrando una historia interesante, las memorias escritas por Jennifer Worth sobre su experiencia como enfermera-comadrona en el East End de Londres a partir del año 1956.
La historia, de todas formas, no se centra únicamente en la protagonista, Jenny Lee (Jessica Raine) sino en sus compañeras de trabajo, tanto las monjas de la Casa Nonnatus como las otras comadrinas que trabajan allí y en la clínica de la parroquia. Algo que se agradece porque el espectro de situaciones se amplía.
No es que sepamos mucho de los personajes, sí sus personalidades y sus ganas de ayudar a las encintas del lugar tanto antes como después de dar a luz, aunque en ocasiones también ayudan a otro tipo de personas como, por ejemplo, en el episodio en el que Jenny entabla amistad con un señor mayor que le cuenta historias varias convirtiéndose en uno de los mejores personajes de Llama a la Comadrona aunque fuera por un simple episodio.
Las monjas son de traca, cada enfermera-comadrona tiene una personalidad bien marcada y muchas veces se convierten en más protagonistas las personas a las que atienden siendo casos peculiares.
Me ha parecido una serie muy recomendable que, por supuesto, seguiré viendo, por la historia, por ver cómo eran las cosas en el Londres de la época y cómo esas mujeres hacían su trabajo y por los personajes que enganchan (algunos más que otros, claro). Un pero sí puedo ponerle, la historia “secreta” de Jenny con el hombre al que ama y no puede tener sobra bastante aunque es lo que atormenta a la chica y lo que probablemente le hizo marcharse de su entorno.