Hola de nuevo a todos los seguidores del blog, muchos meses después del último post publicado tras una ausencia evidente por mi parte, muy a mi pesar. Motivos profesionales son la causa de este periodo de ‘stand by’ virtual, y es que la vida me ha traído a trabajar a Kenia como optometrista, donde llevo 6 meses, y por ello mi situación personal ha dado un giro radical, tanto en disponer de tiempo libre como en prioridades ahora mismo. Pero como siempre hay tiempo para todo y este blog es importante para mí y ha sido clave durante mi etapa universitaria, he decidido compartir mi situación actual: cómo y por qué vivo y trabajo en África. Creo que es interesante y no muy habitual, además probablemente muchos de los que me seguís querréis saber mis pasos tras la Universidad y sobre las posibilidades laborales que tenemos.
Al igual que hice en el post en el que conté mi experiencia viajando por los Estados Unidos, este post estará estructurado de la misma forma. En la primera parte os contaré como es que acabé viniendo a trabajar a África, por qué lo decidí, como surgió… etc., así como algunas reflexiones personales sobre estos últimos meses. En la segunda parte, así como en posteriores posts, hablaré de cómo es la optometría en Kenia, de mi día a día en el trabajo, de lo que hago por aquí, de las experiencias que estoy teniendo y de muchas de las anécdotas que me pasan, que no son pocas. ¡Es muy divertido trabajar aquí! y una experiencia increíble que espero tener el arte de plasmar con texto y mis propias fotografías de todo aquello que me llama la atención.
En Kenia he descubierto una nueva afición: la fotografía réflex
Durante mi última etapa en la Universidad, la mayor parte del contenido publicado en Óptica por la Cara tenía que ver con la optometría en el extranjero, principalmente hablando con otros compañeros que trabajaban fueran. Hicimos muchas entrevistas y yo disfrutaba como un enano escribiéndolas y escuchando cada historia, con una mezcla de admiración y envidia sana a la vez, lamentándome constantemente de por qué yo tendría esos miedos e indecisión para hacer lo mismo. Estos miedos han ido a menos paulatinamente, como explicaré en los siguientes párrafos, me lancé a la piscina y ahora puedo contar mi experiencia en primera persona a más de 6000 kilómetros de España, lo cual me hace sentir orgulloso por haber podido enfrentarme a un reto así.
El viaje a los Estados Unidos tuvo un fuerte impacto a nivel personal en esto último. Un viaje en solitario a cualquier lugar del mundo siempre es positivo, sobre todo si es un país con otra lengua y costumbres muy diferentes; te enfrentas de lleno, hace que los miedos vayan a menos y te hace pensar de otra manera, además de abrirte horizontes que en la vida te habrías planteado. Ni que decir tiene lo que ganas en tolerancia, respeto y cómo cambia tu noción sobre el racismo y demás lacras sociales. Aparte, aprendes a valorar más lo que tienes y de dónde vienes, lo cual no es ninguna tontería. Digamos que ayuda a salir de ese estado de aletargamiento inducido por la educación que nos dan, la sociedad, el supuesto camino a seguir, la cultura y costumbres de cada país… y un largo etcétera a elegir a gusto del consumidor.
Say no to racism
En mi caso soy bastante inquieto, curioso, aventurero y para algunas cosas bastante decidido, siempre intentando buscar lo menos común, pero es cierto que estos dichosos miedos e inseguridades paralizan, especialmente para retos de esta envergadura. Te hacen mantenerte en tu zona de confort, y ¡ay chaval! qué mala es esa zona de confort. Dentro de ella se está de lujo, sí, pero a costa de evitar situaciones difíciles y de perderte muchas cosas buenas que están ahí por descubrir. Es necesario salir un poquito de ahí a veces, aunque lo pases mal, sobre todo al principio. De hecho a mí los inicios me cuestan muchísimo, lo paso mal y me repito constantemente: ‘¿quién te manda a ti meterte en estos líos?’
Esto de querer ejercer en el extranjero surge tras mi vuelta de los Estados Unidos. Me metí la idea en la cabeza que alguna vez trabajaría en un país de habla inglesa, aunque lo decía un poco incrédulo porque tampoco sabía muy bien cual sería, ni como lo podría hacer, ni si sería capaz… vamos, las dudas de siempre. Pero este pasado 10 de octubre se hizo realidad y, contra todo pronóstico, el país elegido fue Kenia, donde el idioma oficial es el inglés (junto con el famoso swahili), y en el cual firmé un contrato de 2 años como optometrista en la principal empresa de ópticas del país.
Atardecer en Masai Mara, la reserva nacional más famosa de Kenia
En las siguientes líneas os voy a contar como fueron los primeros pasos, es decir, descubrir la oferta de trabajo en Kenia y decidir qué hacer.
Pero vayamos por partes, y situémonos en mayo – junio de 2016. Me encontraba yo en unos meses de indecisión en los cuales manejaba alguna serie de ofertas y opciones pero a la vez me preocupaba sobremanera el cometer un error y no elegir la correcta, lo cual es una soberana tontería, ya que si no pruebas no lo puedes sabes, pero bueno… creo que muchos lectores post-universitarios se sentirán identificados con esto. Quería empezar a trabajar en algún lado cuanto antes pero no me convencía ningún lugar realmente. Que si Madrid, el norte de España… de seguro tenía que ser algo fuera de Andalucía, donde había vivido toda mi vida y donde sabía que no iba a saciar mi sed de lo desconocido. Aunque alejarme un poco de mi ciudad natal me bastaba, creo que en el fondo estaba buscando, inconscientemente, alguna fuente de motivación, algo muy distinto, algún proyecto o idea grande, y por esto precisamente es por lo que Kenia ganó muchos puntos en la decisión final. Kenia, un lugar tan exótico… prometía, sonaba bien.
Como la mayoría de las cosas buenas de la vida, lo de Kenia surgió de casualidad. Un día cualquiera, mientras repasaba las redes sociales del blog, vi una oferta en Facebook para trabajar en Kenia en uno de los grupos de óptica y optometría que frecuentamos normalmente. De primeras ni siquiera le di ninguna importancia, ni se me pasó por la cabeza la remota idea de postular al puesto, pero para alimentar mi curiosidad y por si se terciaba alguna entrevista para el blog, escribí a la chica española que estaba reclutando nuevos ópticos-optometristas para este puesto y le pregunté. Por cierto, esta chica comparte piso conmigo ahora mismo en Nairobi, donde lleva 3 años trabajando.
Estuvimos hablando un tiempo y poco a poco empecé a ver que la oferta tenía bastantes cosas atractivas. A las pocas semanas, un día de repente me vino a la cabeza la posibilidad real de ser yo esta vez el que fuera, el que dejara el país para trabajar. Me dije a mi mismo: ‘siempre estás interesado en otros que están trabajando fuera viviendo experiencias, te gusta eso, te gusta viajar y ver cosas nuevas ¿por qué no vas tu macho?’ Y es que es así, me desperté, y eso bastó para que a partir de ese día empezara a volcarme en este objetivo. No tenía ninguna experiencia y tenía que demostrar que yo quería ir allí.
Antes de continuar explicando el proceso que seguí he de decir que en mi vida habría puestos los ojos en África, para trabajar se entiende. Los ojos occidentales no miran a África, es injusto decirlo, triste, pero esa es la realidad y yo mismo lo reconozco y me incluyo, o incluía mejor dicho. Así pasa que todo es desconocimiento sobre esta parte del mundo. Lo normal es a ir países “mejores” que España, en busca de más dinero y oportunidades. Aunque muchos no lo creerán y más de uno me llamaría tonto con la siguiente afirmación, a mí la verdad es que el dinero ahora mismo me da igual, tampoco ha sido una prioridad constante en mi vida, nunca me ha aportado la misma sensación indescriptible que me aporta el conocer cosas nuevas, otros lugares y gentes, y una experiencia como la que estoy viviendo es impagable.
De todos modos, aunque no hemos venido aquí a hacernos millonarios, el sueldo no está mal, con creces superior al salario mínimo de aquí, que debe rondar los 200€/mes. El salario es íntegro para uso personal, dado que tenemos casa pagada en un buen barrio con seguridad privada, coche propio para ir a trabajar, así como billetes de avión pagados, visas y demás. Es por esto por lo que podemos ahorrar una buena parte y aún así viajar sin privarnos de nada cuando el tiempo libre nos lo permite. Aparte, tener la posibilidad de vivir un tiempo en un país precioso, lleno de fauna salvaje única en el mundo, safaris y playas paradisíacas… es un atractivo grande, no te puedes aburrir. Otra cosa que me encanta, quizá una de las que más, es el clima. De nuevo por desconocimiento la gente siempre me dice que si me estoy muriendo de calor, ¡pero África es muy grande! Kenia está en el Ecuador, el clima aquí es tropical, muy soleado, con un par de estaciones lluviosas, y sin excesivo calor, al menos en la capital. El clima de Nairobi es un lujo, la costa ya es otra cosa… ¡ahí sí que hacer calor!
Pasar el año nuevo en una playa así, con el frío que hace en España… no tiene precio.
Diani (Kenia)
Elefantes en Masai Mara. Kenia es el país de los safaris
En Kenia es muy fácil ver leones en varios de los parques nacionales que hay
Tras decidir mi sí personal para ir Kenia, a principios de julio, empecé a recopilar documentos, información, intercambiar emails con la empresa e interminables conversaciones de WhatsApp con esta chica… La verdad es que eso facilitó mucho las cosas e hizo que me empezara a ilusionar la idea, y eso en mi caso es muy buena señal. Podía decidir con total flexibilidad en qué fecha ir, así que mientras tanto trataba de hacer algunos viajes por España de sitios que no conocía y otros con la familia. Sabía que me iba a separar de ellos un buen tiempo y quería pasar tiempo en familia, ya que en casa no comenté absolutamente nada de la idea. Esperé a pasar las entrevistas, que hice en inglés por Skype con el dueño de la empresa que nos contrataba, para comunicar mi decisión a mis padres y mis hermanos. Esto fue a mediados de agosto. Con la entrevista no hubo ningún problema, tuvo muchas preguntas personales, buscaban a alguien con ganas de aventura, cierto nivel de inglés y que pudiera pasar largos periodos lejos de casa. Con eso no tenía problema, así que pasé la entrevista y me dieron el sí al momento. La experiencia no importaba, viene sola. Jefes y empresarios que me leáis, tened en cuenta esto.
Tenía mi sí personal y el sí de la empresa, esto ya se ponía serio, llegaba la hora de decirlo en casa. Siempre me ha costado comunicar decisiones de este tipo a mis padres, estaba nervioso, tampoco sabía muy bien cómo hacerlo, si les parecería bien o no… Aunque si lo había decidido yo sabía que iba sí o sí. Recuerdo que a mi padre le gustó la idea, pero mi madre enseguida empezó a entrar en pánico, cosa lógica. De nuevo, los miedos, ¡qué coñazo! Nunca me ha gustado que la gente de mi alrededor, ni siquiera de la familia, me haga sentir más miedo aún de los que ya tenemos de base, pero siendo empático, lo entiendo. No se puede ir contra el instinto maternal de protección supongo, y es cierto que en países de este tipo hay que andar con ojo, nunca sabes que puede pasar y el sentido común es clave aquí, pero si vives pensando que algo malo pasará, no vives, y de momento aquí estamos.
No señores, no vivo en el desierto, ¡Nairobi está lleno de rascacielos! Es la capital del Este de África
Yo decidí ir para el mes de octubre, siendo el primero de los nuevos españoles que llegó. Antes, en el mes de septiembre, nuestro futuro jefe, el dueño de la empresa, vino a Barcelona para conocernos en persona y tratar de contratar a más gente. Aunque en mi caso ya tenía el sí y no era necesario que acudiera, por la lejanía, sí que fui. Me iba a sentir más tranquilo conociéndolo en persona y conociendo a mis futuros compañeros de trabajo y de piso. Fue memorable, salir de fiesta con el jefe hasta las 5 de la mañana el mismo día de conocerlo no creo que sea algo que vaya a suceder en cada trabajo nuevo, y aparte conocí a la chica de Murcia que puso la oferta y que me ayudó tanto y al que es mi otro compañero de piso, de Huesca. También a un chico y una chica de Cataluña. Unos fenómenos. Ahora mismo somos 6 españoles ópticos-optometristas en Kenia, supongo que los únicos en todo el país trabajando sin que sea para una ONG.
En esta parte no me quiero extender mucho ya que unos de los proyectos que tengo en mente ahora mismo y que me motiva bastante es comenzar un blog personal de mis viajes, reflexiones, experiencias, estilo de vida y fotografía, donde contar más sobre Kenia y las aventuras que vengan (que vendrán más), visto a través de mis ojos. Os mantendré informados sobre ello para los que tengáis interés.
La optometría en Kenia y mi día a día en el trabajo
Como dije más arriba, trabajar aquí es divertido, cada día es distinto y siempre pasa algo, alguna anécdota que contar. Para no concentrarlo todo en un solo post, intentaré publicar varios de ellos contando las anécdotas que me van pasando y las que me acuerde, así como lo que hago en mi tiempo libre, que es a lo que más importancia le estoy dando; mi prioridad número uno ahora son mis experiencias personales y crecer como persona.
En cuanto al trabajo, estoy aprendiendo muchísimo y haciéndolo cada vez mejor, empezando a darme cuenta también qué es lo que quiero y lo que no. Los inicios fueron duros, diría que los primeros 3 meses me costaron, pues tenía poquísima experiencia, esto sumado a vivir lejos de casa, especialmente es un continente difícil como África, y el tener que trabajar en inglés (que el acento de Kenia se las trae…) hacen que no sea tan fácil la cosa. Es en estos momentos cuando la opción de abandonar acecha, amenazando a cada rato, sin previo aviso. De hecho aún lo hace a veces, menos mal que no suelo rendirme tan pronto.
Españoles por el mundo
En cuanto a la optometría y a la forma de ejercer es muy parecida a la de España, si hablamos a nivel de ópticas normales y corrientes. Evidentemente en nuestro país la educación universitaria es de mayor nivel y eso ha hecho que con la actual titulación se pueda optar a nuevos puestos, algunos relevantes, que hace años serían impensables. Aquí en Kenia sí que existe la carrera de Optometría, se estudia en la Universidad, pero desconozco cuánto tiempo lleva impartiéndose, diría que poco. En lo laboral, aparte de en ópticas, hay algunos optometristas trabajando en hospitales, pero no es nada frecuente. La mayoría trabaja en ópticas, aunque apostaría que en un gran número de ellas no existe titulado universitario. El control tan exhaustivo y burocrático que tenemos en Europa aquí prácticamente ni se ve, a veces hay situaciones que son un auténtico cachondeo.
Pero para que entendáis mejor mi situación aquí, primero hablar de la empresa para la que trabajo, que es la más importante de Kenia en este ámbito. Empezó con una pequeña óptica en la principal avenida de Nairobi hace más de 50 años y a día de hoy es el principal grupo de ópticas del país, con al menos una óptica en los municipios más importantes. En Nairobi es donde más se ha expandido, con 13, primero por el centro, con ópticas con auténtico “sabor africano”, atestada de locales y muy diferentes a las españolas, y por otro lado en centros comerciales, éstas más al estilo occidental.
En una de las dos ópticas en las que trabajo
Y es que aquí en Nairobi se lleva mucho lo de los centros comerciales (malls), hay muchísimos por toda la ciudad. Por razones de seguridad, sobre todo después de los atentados terroristas de los últimos años, es una opción muy popular entre los más pudientes. Son sitios aislados, herméticos, protegidos por seguridad privada y hasta el ejército. En Kenia no ocurre como en las ciudades europeas, donde las calles del centro urbano son auténticos centros comerciales en sí mismos, sería impensable aquí, la ciudad es un caos, sucia y con las calles atestadas de gente, vendedores y lo inimaginable, además el tráfico es horrible y por ello, la contaminación.
A mí nunca me gustaron nada los centros comerciales, ni en España; representan el máximo exponente del consumismo puro y duro, y eso no va mucho conmigo. Lo malo es que a nosotros nos ha tocado trabajar en las ópticas de los ‘malls’, y esto es una de las cosas que quizá menos me guste de mi estancia en Kenia. En los centros comerciales es donde más dinero se mueve, y nosotros, por ser ‘mzungus’ tenemos que trabajar donde está el dinero, así de claro nos lo dejaron caer en la entrevista de trabajo.
*Mzungu, del idioma swahili, es como llaman en Kenia a los blancos, principalmente europeos y norteamericanos.
Si digo que no me gusta trabajar en los centros comerciales es porque el horario es poco atractivo, son muchas horas al día, trabajando domingos y festivos, y la parte comercial se acentúa, a veces casi siendo el único objetivo. Al menos nos recompensan con más días libres, así que al fin y al cabo no es del todo malo, y los compañeros de trabajo kenianos que tengo me ayudan mucho siempre y nos lo pasamos bastante bien. Si no fuera por ellos…
Estos centros comerciales son sitio habitual de expatriados, principalmente británicos, americanos y asiáticos, además de indios millonarios, aunque en los que yo trabajo también hay buena proporción de locales, y menos mal, porque a veces tengo la sensación de estar trabajando en cualquier lugar menos en África, y a mí me gusta empaparme de lleno de las gentes y costumbres locales.
En realidad donde yo trabajo son ópticas muy “occidentales”, similares a cualquiera de España y equipadas con los mismos instrumentos que use en la Facultad.
Siempre uso gafa de prueba, pero tengo un foróptero idéntico al que usé en la Universidad
En Kenia, por lo que he podido ver, lo habitual son ópticas en edificios casi en estado ruinoso, con escasa iluminación, ningún tipo de marketing y poco equipo optométrico, donde vete a saber la formación que tiene el que te recibe. En mi empresa, este tema se toma en serio, hay bastantes buenos optometristas, muchos de fuera, principalmente India, que ya se sabe la reputación que tiene este país en el campo de la Salud. En nuestro caso, valoran mucho a los profesionales europeos. El tener optometristas extranjeros le da un cierto prestigio y hace que se diferencie de las demás, además de asegurarse de ofrecer una buena atención visual. Destacar el nivel en contactología, esencialmente en rígidas, por la alta proporción de queratocono. Por el contrario, en blandas deja mucho que desear. La ortoqueratología o esclerales brillan por su ausencia, así como la terapia visual, baja visión y otras sub-especialidades.
A mi parecer, encuentro algunas diferencias con las ópticas de España. La primera es que no hay una guerra tan abusiva de precios, no hay tanta oferta 2×1, 3×1, gafas gratis, chin-chin, y demás despropósitos, si acaso un poco en los centros comerciales, donde el marketing alcanza niveles espantosos y donde el perfil de cliente es diferente. Estos sí exigen mucho, piden descuento frecuentemente y alguno tiene la tontería que caracteriza a más de uno con dinero. Y es que esto es así, sea el país que sea, y aunque su gente tenga fama de simpática y hospitalaria, siempre parece que se reserva un cupo para los tontos, y Kenia, aun con sus maravillosas gentes, no iba a ser menos. Los tiene que haber… por suerte son minoría, pero uno es suficiente para arruinarte el día.
La segunda diferencia, y esto es una suerte, es que al optometrista se le tiene bastante respeto, digamos que está bien valorado, la gente sigue tus recomendaciones y son muy agradecidos con tu labor y consejos, incluso en los centros comerciales. ¡Si hasta nos llaman doctor! lo cual a mí me sigue sonando raro, pero es muy gracioso porque tanto la gente como los compañeros de trabajo te lo dicen en swahili: “Daktari”. Yo soy el “Daktari Carlos” aquí.
En el gabinete
Con respecto al párrafo anterior, me llama mucho la atención lo agradecidos que son los pacientes cuando los remites al oftalmólogo, ya que la mayoría no ha ido a uno en su vida ni ha oído hablar de ellos. En esta zona del planeta hay muchos casos de glaucoma y queratocono, incluso en gente muy joven, patologías oculares que en estados iniciales no presentan síntomas y que una vez que los presentan ya puede ser demasiado tarde, por ello la atención primaria aquí por nuestra parte es interesante, y útil, pero la pobreza de esta zona del planeta es extrema y no ayuda para nada a este fin. Me cuesta muchísimo ésto último, de verdad, me causa tristeza, ya son varios casos que he tenido de gente joven, muchos niños, que sabiendo su situación económica y la patología que tienen, sé que literalmente se van a quedar ciegos más temprano que tarde si no se pone remedio. Peor me parece el caso contrario, aquellos que tienen medios económicos para ello pero simplemente ni se preocupan cuando les adviertes de la seriedad del problema. Hay un cierto “pasotismo” en la población de Kenia, especialmente en temas de salud, que a veces roza lo incomprensible.
Una pequeña paciente muy guapa
Ayudo en lo que está en mi mano pero, ante tantos casos de injusticias así, poco puedo hacer desde mi posición. Es África, y esta es una de sus realidades. Por suerte existen ONG’s locales y extranjeras, muchos voluntarios e instituciones que ayudan a personas en estas situaciones, porque del gobierno… mejor ni hablamos. Yo mismo soy socio desde hace poco de la ONG española de optometría Visió Sense Fronteres, gracias a mi amiga Mila, que la acogimos en mi casa de Nairobi cuando vino a participar en uno de los muchos proyectos que hacen en África, este sobre cataratas realizado en un hospital de la capital. De momento mi aportación solo es económica pero espero formar parte del próximo proyecto relacionado con la visión cuando vuelvan por aquí.
Para ir acabando, en cuanto a mi tiempo libre lo dedico íntegramente para conocer el país a fondo. Con esto no me refiero solo a viajar como la mayoría pueda pensar, sino también a integrarme con la gente, tanto con los kenianos como los extranjeros, así como con las costumbres locales; a dejar de lado, aunque sea a veces, esa vida de expatriado, de mirar al resto desde tu cómoda posición sin entender ni ponerte en el lugar de los que aquí viven, de vivir como ellos. Es por ello que comemos su comida, escuchamos su música, chapurreamos su idioma, nos movemos en matatús (los autobuses de aquí, una locura y un riesgo a partes iguales) y tratamos de escuchar sus interesantes historias y aprender de otros modos de vida. Intento captar momentos, personas, expresiones y cualquier cosa que me llame la atención a través de la fotografía, una nueva afición que me gusta porque me deja enseñar el mundo como yo lo veo. Y es que hay de todo, y todo tan diferente a lo visto en mis 28 años de existencia… los contrastes llegan a niveles tan altos que tu mente no es capaz de asimilarlo y a mí a veces me conmueve; las cosas que aquí ves te cambian por completo, y lo que espero de esta experiencia es que me haga ver el mundo de otra manera.
Los niños son lo mejor de Kenia, sin duda. Bondad, inocencia y felicidad
Una de mis fotos favoritas: amistad en el barrio de Kibera
Yo intento pasármelo bien, aprovechar el tiempo libre al máximo, y lo hago. En casi 7 meses aquí, he tenido muchas experiencias y conocido ya varios lugares míticos de Kenia, que teniendo en cuenta las horas que trabajamos y la dificultad a veces de conseguir días libres consecutivos, es un logro. Si hay ganas y se quiere, se acaba encontrando tiempo para todo.
Crescent Island, Kenia
Atardecer en el lago Naivasha
Durmiendo en una casa de barro masai, sin luz, agua, ducha ni ná de ná
Y hasta aquí por ahora. Si tienes ganas de mas, en próximos posts contaré algunas anécdotas de mi día a día en la óptica, así como profundizar en las experiencias personales que más me han marcado y más he disfrutado. Espero que encuentres tiempo para leerlo y saber de mí y de mi labor como óptico-optometrista por aquí.
Un abrazo desde Kenia.
Juan Carlos Ceballos Torres
- Puedes saber más de mí día a día siguiéndome en mi cuenta de Instagram personal: @jcceballost
- Foto de portada realizada por mi amigo Ben, un chaval del barrio de Kibera creador de la cuenta de Instagram @putasmileonachildsface cuyo objetivo es educar a niños sin familia ni recursos en una pequeña escuela que creó en su barrio, dándolo a conocer a través de la fotografía. Hablaré en otro post sobre esto.