¿Os habéis preguntado alguna vez por qué resultan tan interesantes las etimologías y a la vez, son tan discutibles a menudo? Pues quizá sea por la misma razón. El interés por las palabras siempre ha estado en el blanco de las controversias más variopintas, en muchos casos ajenas al lenguaje. La polémica, de manera indirecta, alimenta más, si cabe, el interés de las cosas discutibles.
POR FRANCISCO GARCÍA JURADO
La etimología, la disciplina más antigua que conocemos dedicada al léxico, ha tardado siglos en constituirse como un objeto de estudio en sí mismo para dar lugar así a una disciplina lingüística. No obstante, todavía hoy no es unánime la consideración de la etimología como tal disciplina, pues no es posible una teorización general que, como en el caso de la gramática, enseñe a hacer etimologías, sino que se mueve en el ámbito de lo particular. Aún así, como argumenta Zamboni, si bien la teoría no es suficiente, sí es necesaria para etimologizar con fundamento. Durante la Antigüedad la etimología estuvo ligada a diversos aspectos de la vida, entre los que cabe señalar la religión, la magia, la explicación de la naturaleza, el pensamiento, o el lenguaje poético.
Como apunta Alberto Zamboni 'la especulación etimológica es ciertamente bastante antigua, tanto que la encontramos documentada ya en las primeras manifestaciones literarias: está ligada, naturalmente, no a una mentalidad histórica y científica en el sentido moderno, sino a una voluntad interpretativa de tipo mágico-religioso o filosófico y es inseparable de la reflexión sobre la naturaleza y sobre el origen del lenguaje humano'.
Por tanto, podemos decir que una de las características esenciales de la etimología antigua es que no se trata de algo aislado del conjunto de la historia de la cultura. La utilidad que se le dé a la etimología dependerá, en gran medida, de la concepción que tengamos de ella.
De esta forma, la diferencia entre la etimología antigua, concebida como una búsqueda del significado verdadero (esto es, de hecho, lo que parece significar el término griego Eτυμoλoγία), y la etimología moderna o científica, que no es otra cosa que una historia de las palabras (en este sentido, es muy pertinente el subtítulo que Ernout y Meillet pusieron a su 'Dictionnaire étymologique de la Langue Latine', y que no es otro que el de 'Histoire de mots'), conlleva, asimismo, una diferencia en sus posibles utilidades, bien sean reales o imaginarias.
Hay, en definitiva, dos sentidos diferentes de etimología, según nos refiramos a la etimología antigua (tradicional) o a la etimología moderna (científica):
a) Búsqueda del origen verdadero de las palabras. Esto sería, además, el propio sentido etimológico que tiene la palabra 'Étimo'.
b) Historia de las palabras, es decir, el estudio de su evolución fonética y semántica a través de fuentes documentales. Se trata de la visión lingüística y moderna de la etimología.
Estos dos parámetros resultan útiles a la hora de estudiar la propia historia de la etimología.
Ilustramos este blog con una imagen de la parte trasera del antiguo edificio de la Universidad de París-Sorbona, donde está el afamado Centro de Estudios Latinos que lleva el nombre del egregio latinista Afred Ernout.
FRANCISCO GARCÍA JURADO