"Si el libro que estamos leyendo no nos espabila de un mazazo en la cabeza, ¿para qué lo leemos? [...] Necesitamos que los libros nos afecten igual que una catástrofe, que nos duelan en lo más hondo, como la muerte de alguien a quien queremos más que a nuestra propia vida, como ser desterrados a un bosque alejados de todos, como un suicidio. Un libro debe ser el hacha para el mar helado de nuestro interior."(F. Kafka, Carta a Max Brod)
"Resulta tentador mezclar la vida y la obra de Kafka, ya que utilizó mucho material de su propia vida y de su personalidad para dar forma a su obra. En una primera lectura de su obra, es fácil dejarse llevar por la impresión de que buena parte de ella es autobiográfica. Por ejemplo, Kafka trabajaba en una compañía de seguros, por lo que parecería lógico que, en El proceso, se hiciera referencia directa a la rutina de su vida laboral.
Hay conexiones fascinantes entre las novelas de Kafka y su vida "real". Si nos fijamos en los nombres de algunos de sus personajes, podemos ver algunas de las conexiones. En El proceso utiliza el nombre de Josef K. ¿Puede esa K. referirse a Kafka? En El castillo el nombre está forzado aún más hasta una sencilla K. Ambas novelas abordan preocupaciones de Kafka, concretamente la batalla entre su vida más convencional y la de escritor. En La metamorfosis, el nombre del protagonista tiene ciertas semejanzas con el de su autor: Samsa = Kafka. Las vocales coinciden y las consonantes mantienen un mismo patrón a ambos lados. En La condena, las iniciales de la prometida del protagonista, F. B., coinciden con las de la prometida de Kafka en la vida real. En sus diarios, Kafka registraba sucesos, reflexionaba en torno a ideas y pensamientos y ensayaba relatos de ficción.
Realidad y ficción se mezclan en las páginas de sus diarios y establecer una clara distinción entre ambas es prácticamente imposible. En cierto modo, Kafka registraba su propia vida en sus novelas. Kafka tomaba elementos de su vida y los exageraba en sus novelas para examinar aquello que le interesaba. En efecto, sus novelas parten de hechos reales, pero daba rienda suelta a la interpretación de esos hechos en sus relatos. Kafka se convirtió en su propia novela. Podemos indagar en su vida para establecer conexiones, pero debemos tener cuidado con la línea que separa ficción de realidad, pues es borrosa y traicionera.
Kafka tomó su experiencia y exagerándola, creó una distorsión grotesca, incluso caricaturesca y con ello deformó la realidad perceptible, para hacerla más discernible. Así, K. es y no es Kafka. Finalmente, la obra de Kafka se independiza de su creador. Si Kafka el hombre se elimina de la ecuación, sus textos tendrán aún vida propia. El tema principal de sus obras es él mismo. Esto resulta relevante para Kafka y para aquellos que se acercan a su obra teniendo su biografía presente pero, para el lector que sólo se fija en el texto, es algo puramente anecdótico.
Como consecuencia de lo anterior, otro de los temas principales de la obra de Kafka era la búsqueda universal del yo y su interpretación. Al igual que muchos otros escritores, como Beckett o Ionesco, Kafka estaba "primordialmente interesado en tratar de comunicar su propia conciencia de ser, decirle al mundo cómo lo siente, qué significa para él decir soy o estoy vivo" (M. Esslin, El teatro del absurdo).
Kafka obliga a sus personajes a luchar contra lo que son, contra lo que se supone que son. Si se mira bajo la superficie, la búsqueda de la identidad, dentro o fuera de la sociedad, es constante. Sus personajes pugnan por encontrar su lugar en el mundo. ¿Era Josef K. culpable, o no? ¿Le proporcionará su abogado la respuesta? ¿Es el castillo salvador, o destructor? ¿En qué podemos confiar y cuál es la verdad? Kafka expíoraba todas estas cuestiones en sus textos: '"Kafka tenía que levantar barreras a cualquier compromiso entre fantasía y realidad, porque su arte dependía de su incertidumbre -de su representación de la incertidumbre". (F. Karl, Franz Kafka, Representative Man).
Para Kafka, su obra era un viaje en busca del yo y del equilibrio."
(Fragmento de Kafka. A beginner's guide, por Steven Coots, 2003)
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