Revista Asia

Otra manera de contar el maoísmo (y 5)

Por Tiburciosamsa

En diciembre se celebró la IV Asamblea nacional popular, que resultará favorable a los moderados. Deng Xiaoping es la estrella en alza y se perfila como el sucesor de Zhou Enlai. Mao le deja que acumule los puestos de Primer Viceprimer Ministro, Vicepresidente del Comité Central y Jefe del Estado Mayor del Ejército. Los moderados llevan a cabo una estrategia muy inteligente: ceden a los izquierdistas puestos de segundo nivel y se reservan ellos los principales. En esto se vieron ayudados por Mao, que no quiso dar puestos de importancia a jóvenes izquierdistas con más ideología que experiencia.
Deng tuvo la inteligencia de no lanzarse inmediatamente a un programa de reformas que pudiera valerle la inquina del todavía vivo Mao. Prefirió repetir las admoniciones que Mao había dirigido sobre todo a los izquierdistas: “Estabilidad y unidad”. Pragmático, Deng se aplicó a consolidar su control sobre el Ejército. Más tarde, a medida que se vaya sintiendo más fuerte, irá colocando a sus hombres en otros sectores, como los transportes o la educación, e incluso empezará a poner orden en el Partido.
Las divergencias con la Banda de los Cuatro (Jiang Qing, Zhang Chunqiao, Yao Wenyuan y Wang Hongwen) no paran de crecer. Deng se pone a jugar con fuego, porque lo que Mao quería era implantar el orden, no frenar la revolución permanente que le tenía obsesionado. La Banda de los Cuatro no pierde ocasión de criticarle delante de Mao, que sigue siendo el director de la obra. Posiblemente un Mao más joven hubiera pensado que había llegado el momento de pararle los pies a Deng, pero en el otoño de 1975, Mao es un hombre que sufre la enfermedad de Lou Gehring, así como de problemas pulmonares y cardiacos y al que hay que leerle los textos después de una operación de cataratas.
La llegada de su sobrino Mao Yuanxin el 27 de septiembre de 1975 le da a Mao nuevos bríos. Ha encontrado un factótum que puede suplirle con las fuerzas que a él le faltan. Para su desgracia Mao Yuanxin tiene juventud y vigor, pero no inteligencia. Además Mao Yuanxin nunca podrá reemplazar a un Zhou Enlai que se va apagando y que morirá en enero de 1976 ni a un Kang Sheng, que dirigió durante lustros el aparato de inteligencia y de seguridad y que morirá en diciembre de 1975, ni a su secretario Xu Yefu, que también morirá de cáncer ese año.
Aun capitidisminuido y rodeado de peones más mediocres que en el pasado, Mao pasa al ataque. En noviembre de 1975 comienzan a llover las críticas sobre Deng. Deng consigue resistir la presión sin formular una autocrítica y Mao se contenta con la idea de que le ha dado un buen toque y le ha cortado las alas. Deng más hábil sabe que ha ganado tiempo en espera de que Mao desaparezca de la escena. La Banda de los Cuatro, por su parte, trata de proseguir la campaña contra Deng y de relanzar la Revolución Cultural. Siguen sin darse cuenta de que la situación ha cambiado y que los eslóganes izquierdistas cada vez tienen menos atractivo.
Leyendo a Domenach uno entiende que la Banda de los Cuatro nunca tuvo posibilidades reales de triunfar. Eran mediocres y arrogantes. Imbuidos de su propia importancia, no se preocuparon de crear alianzas con otras facciones. En su torpeza incluso Jiang Qing ofendió al peligroso Kang Sheng, que dedicó sus últimos meses de vida a ponerle palos en las ruedas, contándole a Deng Xiaoping todo lo que sabía sobre ella, que era bastante. La Banda de los Cuatro todo lo basaba en la conexión que tenía Jiang Qing con Mao y en su izquierdismo, que sabían que era del agrado de éste. Y ni tan siquiera estaban tan unidos entre sí. Zhang Chunqiao y Yao Wenyuan despreciaban a Wang Hongwen, al que consideraban un patán y un advenedizo.
El 8 de enero de 1976 murió Zhou Enlai. Mao y la Banda de los Cuatro querían minimizar sus funerales. Para la élite de los Muros rojos que se estaba reconstituyendo después de muchos sufrimientos y para la población urbana fue la ocasión de mostrar que querían reformas. Zhou fue llorado como un adalid del reformismo, algo que sólo fue a medias, porque el Zhou real, según Domenach, fue un acojonado de grandes talentos que puso su supervivencia por encima de cualquier otra consideración. Un dato interesante es que la gente empieza a perder miedo a hablar bien de Zhou o de Deng y a criticar a Jiang Qing.
En abril, con motivo de la fiesta de los difuntos, se producen manifestaciones masivas en Pekín. La excusa es presentar los respetos al difunto Zhou Enlai. En la práctica se trata de expresar el rechazo a la Banda de los Cuatro y a las políticas izquierdistas. Mao decide que se trata de un acontecimiento contrarrevolucionario y pide que se repriman con la máxima dureza. Mao designa a Hua Guofeng Primer Ministro y único Vicepresidente, lo que le convierte en su delfín. Sin embargo, resulta claro que una buena parte de la élite del PCCh está del lado de los manifestantes. Hua opta por reprimir la manifestaciones con las milicias y no con el ejército y con bastante más suavidad de la que quería la Banda de los Cuatro.
En mayo Mao sufrió un infarto y supo que el fin estaba cerca. El 15 de junio ante Hua Guofeng, Jiang Qing, Zhang Chunqiao, Yao Wenyuan y Wang Hairong pronunció una suerte de testamento político. Se dio palmaditas en la espalda por haber liberado China, tomado el poder y desencadenado la Revolución Cultural. Parece que Mao habría dicho: “La Gran Revolución Cultural es algo que todavía no ha llegado a su conclusión (…) Es por lo que transmito esta tarea a la generación siguiente.” Domenach interpreta estas palabras como las de un agonizante que quiere dejar claro ante la Historia dónde estaba su corazón.
La Banda de los Cuatro se ve ya vencedora. Mao morirá instalado en su campo. En el verano de 1976 arrecian los ataques contra Deng Xiaoping y sus lugartenientes. La Banda de los Cuatro se va volviendo más intransigente y radical a medida que ve que su hora se acerca. Más chulos que buenos estrategas, no se dan cuenta de que están empujando a Hua Guofeng al campo de los maoístas moderados y están haciendo que una alianza con Deng Xiaoping se le haga atractiva.
El 9 de septiembre de 1976 murió Mao, la principal baza con la que contaba la Banda de los Cuatro, que a partir de ese momento no hará sino acumular error tras error. Menosprecian y atacan a Hua Guofeng y a Wang Dongxing, que estaba encargado del servicio de guardaespaldas del Partido, forzándoles a que se aproximen al campo de Deng Xiaoping; no se buscan aliados; anuncian que habrá grandes acontecimientos para el 7, 8 y 9 de octubre (en una lucha por el poder uno nunca debe anunciar de antemano cuál es la fecha en la que piensa golpear). Lo peor de todo es que no supieron ver los movimientos del campo rival que permitían intuir que se estaba preparando un complot. El 6 de octubre los miembros de la Banda de los Cuatro fueron detenidos. Ahora sí el maoísmo estaba muerto y enterrado.
El libro de Domenach se lee con interés, pero tiene el mismo defecto que las grandes novelas rusas: demasiados personajes. Uno se pierde entre tanto nombre. Al final del libro hay un pequeño diccionario biográfico de los principales personajes, pero aun así…
Otra cosa en la que uno se pierde es en los bizantinismos de las sucesivas maniobras que Mao va haciendo para imponer sus planes. Domenach hace un gran esfuerzo para elucidar cómo Mao va preparando sus trampas y moviendo sus peones, pero tanta minucia llega a cansar.
La aproximación a la Historia del maoísmo escogida por Domenach tiene el defecto de que los árboles no dejan ver el bosque. Uno ve a los personajes moverse, pero se pierde el escenario político y económico en el que se movían y que condicionaba sus acciones. Hay pocas referencias a la evolución de la política exterior de China y su interacción con la política doméstica. El giro político que llevó al acercamiento a EEUU a comienzos de los setenta, apenas está explicado, como tampoco lo está la intervención china en la Guerra de Vietnam.
En fin, que es un libro para leerlo sólo si uno ya tiene una idea más o menos clara de la Historia del maoísmo.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Dossiers Paperblog

Revista