Para poder apreciar en todas sus dimensiones cantidad tan descomunal de agua, pasamos a la otra orilla, más bien cruzamos la frontera y de nuevo pisamos suelo argentino. Sorprende el fluir constante de gente que realiza sus compras en Paraguay donde los precios son muy inferiores. Un tren nos acerca a las pasarelas y caminos asfaltados que llevan a la Garganta del Diablo.
Como en Barrio Sésamo, por abajo y por arriba, dos rutas, nivel inferior y superior.
Advertencia: ha de tenerse especial cuidado con unos simpáticos animalillos mezcla de mapache y can, que se dedican a atacar a los sonrientes turistas, más preocupados por la fotografía que por la defensa de sus viandas.
Un atardecer de postal, con una luz ideal y fabulosos arco iris sobre las cataratas.