Revista Deportes

Otra vuelta de realidad intravenosa para todos. Y todas.

Publicado el 14 marzo 2014 por D10
Ahora que el jevi metal empieza a ponerse de moda y que el ruso Verea vende antitranspirantes baratos, la realidad ha ido tomando una coloración marrón clara, de manera que muchos de nosotros empezaremos a sellar el sauna con cortinas de papel tisú mientras suena de fondo una canción de Tan Biónica. No sin antes, eso sí, y qué placer, crear un post que justificara el parágrafo inicial.
Es lindo, por decirlo así, ver el modo en que la pantomima de Liu Kang Orión y el malicioso Ledesma creada con el objetivo de obtener un beneficio cuya factibilidad podría darse de modos menos supersticiosos como, por ejemplo, haciendo las cosas bien dentro de la cancha, ha alimentado las aspiraciones de todos las opiniones públicas.
Los favorecedores de Riquelme, que evidentemente es más importante que que Boca ya que siempre es el alabado o atacado sin importar cuánta influencia tuviera en los asuntos en cuestión, han encontrado en Orión al culpable de los conflictos de Boca, a lo sumo en Ledesma, y los detractores, rojiblancos de la bronca, han confirmado una vez más que no es sino Riquelme el Charles Manson de esta familia. Todo por hacerle caso a los medios a los que al mismo tiempo dicen no hacerles caso.
Esta vez los medios por fin son medios, mediadores entre la creación de las mentes brillantes de Boca y el conocimiento de las mentes brillantes del público. Mientras el malicioso volante central de Boca regresaba a los entrenamientos con los pómulos morados, y mientras Orión lo hacía con dos de sus manos inflamadas útiles también para justificar su estampa de arquero rebotero, se producía un colapso nervioso en la hinchada, las neuronas, sin saber para qué lado agarrar, como siempre, presentaron la renuncia indeclinable, y el piloto automático decidió el rumbo habitual.
La memoria Clivewearingana solamente sostiene lo importante: Riquelme. Lo demás se les pasa de largo. Saben que Riquelme es el dueño del club, pero no explican cómo es que todas las decisiones que toma son perjudiciales para su imagen y su juego. Contrató un DT que lo quería fuera del club, se quedó con pocos amigos dentro del plantel, trajo un entrenador que lo pone en el banco, lleva varios años con dificultades para renovar contrato, está inhibido para jugar en otro club, en fin, como dueño del Boca Juniors es bastante estúpido. O se acuerdan de Macri y su propósito de desterrar a Riquelme, pero no explican cómo es que el gobierno macrista, teniendo servido el destierro, dificultara el alejamiento del diez, tanto que en unos pocos meses ya lo tuvieron comiendo asado otra vez de vuelta de nuevo una vez más. Lo importante son los colores, dicen, como festejando el día de una madre que los ha criado como a Edmund Kemper, y afilando el cuchillo con la dentadura el resto de los días.
Como observador me intriga el final. Creo que el perdedor máximo en esta historia será el mencionado innombrable: si siendo un genial futbolista era odiado por unos cuantos, ahora que, pese a entrenar mucho, no influye en el juego del equipo, bastará con una expulsión contra River y una mala ubicación en la tabla para colocarlo, como ya se probara con Clemente, como el chivo expiatorio de los errores de todos. Pero me sigue intrigando el final, porque somos tan fáciles, que en este juego de ver quién tiene la jeringa más cargada, a lo mejor el diez te mete una buena dosis de pentotal sódico y, si no para sostenerlo como máximo ídolo, al menos servirá para que todos mostraran la verdadera cara.
Váyales bien. 
*Otro día, si me hacen acordar, voy a hablar de matar a los ancestros, empezando por los bisabuelos hasta llegar a los padres. El post podría titularse: La superación del hombre consiste en matar a los padres. Y será ilustrado con videos de Poleti y Gastón Sesa.  

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