No todos los días se celebra un nacimiento, y no todos los días se celebra el cierre de un círculo, una larga espera como la que este vino ha tenido , antes de la noche de aquel viernes cerca de Zaragoza ; celebrábamos en nacimiento de Laura , ojalá en un futuro heredera de lo que quede de este blog , e hija del 50% de esta web ; de alguna manera, sabíamos que este vino no lo olvidaríamos fácilmente ; en la contraetiqueta, una fecha, agosto de 2007, cuando por mi cumpleaños me regalaron esta botella ; espero que no os aburra su periplo, pero no le haría justicia si no lo contase adecuadamente.
Alicia conocía bien mi pasión por este vino, y lo mucho que hablaba de la primera botella de este 2004 que probé, junto con muy buenos amigos segovianos , en el Restaurante Jose María ; aquella noche, mas allá del follón que una amiga nos preparó, sería recordada por una gran cena, y porque, entre tres tipos fornidos y castellanos viejos, nos bebimos un magnum y un tres cuartos de este Pago de Carraovejas 2004, de una manera impenitente, como si no hubiese un mañana , sabiendo que pocas veces más, desgraciadamente, nos volveríamos así a juntar; A Ali le costó mucha ayuda conseguir este vino en Burgos, ya que las añadas que encontraba eran posteriores (2005 y 2006 también fantásticas en este caso) hasta que logró una botella en el Restaurante La Favorita , a quien agradezco profundamente que sacase la botella de la cava para mi regalo.
La herejía de haberlo abierto de mala manera en aquel verano, mas el profundo deseo de custodiar la botella, nos hizo , a estos emuladores de los Pet Shop Boys , pensar que donde mejor podía descansar, era en la bodega de Manuel en Sotillo de la Ribera, esa bodega escavada en la roca, bajo el nombre de Bodega Ateneo ; allí, con sumo cuidado, la botella estuvo varios años, sólo abrazada por la oscuridad y el polvo que , poco a poco , cubría su oscuro cristal, protegiendo su secreto.
Al comienzo de la década, con la llegada del pequeño Manuel, y el miedo que la botella pudiese no ser abierta en momento justo, viajó a Burgos y Zaragoza, acariciada como hacía Golum al anillo único, pero sin encontrar ese ansiado momento ; como anécdota contaré, que sólo mi amistad impidió que , aquella noche de julio de 2010, cuando España ganaba el Mundial de Futbol, me abriese la botella ebrio de gloria, y obviamente, hice bien.
El círculo se cerraba por fin este viernes de abril , cuando con sumo cuidado, abrí este Pago de Carraovejas Crianza 2004 , cuyo casco descansa en mi Panteón Imperial , como si de las armas de mis aguerridos mirmidones se tratase ; la etiqueta parecía transmitir todos esos viajes, arrugada como las marcas de la edad, sin duda pidiendo que su final fuese pronto y digno de su valía. Mis catas siempre buscan un punto emocional, y esta en especial se aleja mucho de la objetividad, espero sepan perdonar, pero pocos vinos han vivido tanto cerca de mi como este.
El Pago Carraovejas Crianza 2004 está elaborado por la Bodega Pago de Carraovejas, desde Peñafiel, justo al este de su famoso castillo ; está elaborado con uva tempranillo en un 85% , un 10% cabernet y 5% merlot, con un paso por barrica francesa y americana de 12 meses; la mano de Tomás Postigo en este vino es sin duda uno de sus puntales, en aquella época en la que existía una autentica fiebre por este vino, casi un fenómeno fan ; presentaba un color rojo cereza de capa media alta, ribete atejado y buena lágrima; no tardó demasiado en abrirse, fruta roja madura, algo de balsámicos y la madera muy en segundo plano, intensidad media ; en boca el vino ya marcaba más su edad, la potencia de la 2004 había pasado a un tinto mucho mas elegante y fino, ligero incluso para lo que este Carraovejas nos tenía acostumbrados; cuerpo medio, acidez ya muy muy justa, algo licoroso y con alguna nota herbácea también, regusto final frutal, sin duda un superviviente ; no puedo decir que le quedase ya mucho de vida, pero sin duda estaba delicioso en ese momento ; me hubiese gustado haber dejado algo para ver su evolución, pero como decimos en mi trabajo “no procedía”; vinos míticos como este son los que , de vez en cuando, echan gasolina en mi deposito , para no dejar de escribir.
R.
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