Paisaje difuminado de calor al aroma de romero.
Un calor sofocante y un paisaje que se difumina en el horizonte, así es mi pueblo algunas tardes de julio, caminas sobre matorrales secos y pequeños saltamontes salen catapultados y golpean en las piernas. Cuando las acequias bajan secas encontrar una con un hilo de agua es un milagro, este año las ciruelas son aceitunas amoratadas y el sol no tiene piedad. Calle Amargura, de la Bodega, de la Fuente, de la Iglesia, de la Sangre, del Jueguecillo, del Sol, de la Cárcel, del Olmo... "¡Qué buen día hace hoy! ¿Nos aguantará?", pregunto a Mari Carmen mientras compro unas costillas que asar al horno. "Sí, aunque luego seguro que pega", responde con escepticismo, viendo que el aire es de levante sé que se equivoca, pero no digo nada. "No sé dónde iremos a parar", comenta Amalia. "Lo que no puede ser es que los jubilados tengan que mantener con su paga a toda una familia. Si no fuera así, con lo que cobran les sobraría", dice Antonio sentado en la caja. Yo callo, pago mi cuenta y me voy. Un no sé qué de tristeza hay en el ambiente este domingo 15 de julio de 2012, menos mal que los niños todavía disfrutan dando de comer desde el otro lado de la valla a un par de burros.

Mi techo

Costillas al horno con patatas

Ensalada

Escalibada

Miniciruelas de la tía Filo


Reciclaje

Caños tristes

Casa

Acequia seca.

En el huerto.



Desconchados

Los niños y los burros.

Un camino que elegir.
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