"Ven fuera" son las palabras que escucha Lázaro desde el fondo de su sepulcro. Una fuerza exterior lo manda salir, autoritaria y solemne, como quien sabe bien que lo mejor siempre está afuera. Algo similar representan las voces del inquisidor en El prigionero y la mujer de Das Gehege. Las dos hablan desde una apariencia de rescate, que luego no será tal. Y quienes escuchan esas palabras, lo hacen desde una esperanza que también se demostrará vana. La esperanza puede ser una forma de tortura, nos dice el prigionero, y así la ilusión de la libertad se convierte en el máximo castigo antes de la sentencia de muerte. En Das Gehege, la mujer proyecta una idea, una esperanza, sobre el águila cautiva, que una vez libre no cumple con las expectativas.
Quizás sea demasiado pesimismo para una sesión doble. A la ópera de Dallapicola se le había juntado otras veces Suor Angelica, de Puccini, que al menos albergaba en su final el encuentro liberador entre madre e hijo. En el inédito díptico preparado por La Monnaie, la libertad significaba su negación. Por dos veces.
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Publicado por Felipe Santos
Felipe Santos (Barcelona, 1970) es periodista. Escribe sobre música, teatro y literatura para varias publicaciones culturales. Gran parte de sus colaboraciones pueden encontrarse en el blog "El último remolino". Ver todas las entradas de Felipe Santos
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