Revista Cine

PAN NEGRO - Por fin

Publicado el 26 octubre 2010 por Loscriticones
PAN NEGRO - Por fin

Si te dicen que Pan negro va de un niño y (pos)guerracivil seguro que no vas a verla. Y te equivocarías. Pa negre (v.o. en catalá) es un peliculón que lo tiene casi todo aunque por supuesto, no te cambiará la vida (eso ocurre pocas veces, hace años yo era folklórica de revista y mira…).

No creo que las películas escritas sobre una novela sean mejores (al final lo que se puede contar es lo que cabe en un guión) pero sí que son distintas. Es fácil detectar en cada personaje una historia de verdad, muchas vidas y un escenario que se ensancha y profundiza recreando un mundo más mundo, es algo reconocible desde el primer minuto de película. Pa negre está basada en una novela de Emili Teixidor, de hecho, la película es tan densa en fondos humanos, simbólicos y dramáticos porque es hijastra de todo el universo narrativo de Teixidor (auténtico niño de la guerra) incluyendo un relato fantástico e intensamente poético: Retrat d’un assassí d’ocells (Retrato de un asesino de pájaros), epígrafe de una parte sustancial de la película.

Generalmente no se sabe qué es lo que hace de una película buena o fallida. Yo sí lo sé amiguitos, lo de esta peli tiene tres patas: ritmo, actores y dirección artística. Agustí Villaronga (¿dónde se habría metido este tipo todo este tiempo?) ha conseguido mantener con pulso magistral todo el metraje en un ritmo casi barroco de tres por cuatro sin perder el compás ni un solo plano en una película de realismo tan naturalista (hay escenas durísimas que le quitan el sueño a más de un espectador durante días) como poético y consigue, a pesar de la velocidad, que ningún espectador se salga de la cinta ni por accidente. Los actores están deliciosamente contundentes en su naturalidad, hasta el punto de que Sergi López y Eduard Fernández (dos gigantes) no marcan una (habitual) diferencia con los demás. Está claro que hay directores que logran poner a bailar al personal sin que nadie meta la gamba y está claro que en la cosa ibérica quizá se cuenten con una mano. Y, oh por fin, por primera vez desde hace mucho en el cine patrio (ojo que a lo peor para los productores es cine patrio pero de otra patria, sólo los elfos lo saben) la dirección artística es protagonista en el buen sentido, porque pá cagarla (como en el chiste de las rubias) el arte es prota demasiadas veces en que la omnímoda presencia de disfraces y decorados de cartoncillo y serpentinas te sitúa inmediatamente en un contexto farmacia-de-guardia, se llame Laberinto del fauno o Celda 211 (es frecuente preguntarte de dónde habrán sacado esos “disfraces” de poli tan molones al ver pelis nacionales). Quizás resulte que eso que llaman industria del cine vaya a arrancar de una vez, al menos en Cataluña, después del chorraco de pasta que sus sibilinos rectores políticos llevan inyectando desde hace ya unos añitos y sin resultados muy aparentes hasta ahora.

En Pan Negro no hay ni buenos ni malos, ni si quiera uno. Todo depende de la información y del punto de vista, a medida que se va completando cada personaje acaba por resultar perfectamente jánico, bifronte sin que el espectador vaya a poder quedarse a ninguna carta. No me hubiera gustado de antemano un planteamiento así, sin embargo resulta tan eficaz el desvelamiento progresivo de los caracteres según se mira desde otro ángulo y tan obsesivo en el autor no dejar ni un hombre sin mácula o sin sospecha que la película se te queda flotando en la sesera y en el estómago unos días, quizás más.

ARM


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