Esta famosa frase pronunciada originalmente por Juvenal en el año 140 ac, sin duda será repetida durante la próxima campaña electoral, tal y como viene sucediendo desde que tengo memoria. Pero, ¿cuál es su verdadero origen y como evolucionó?.
Juvenal se quejaba de que los jóvenes ciudadanos romanos de su época habían abandonado el hábito de implicarse en política (algo que no solo era un derecho, sino que se veía como una obligación) y se habían acomodado y acostumbrado a recibir, a cuenta del erario público, “pan y circo”.
El pan era la base de la alimentación de los ciudadanos romanos, aunque durante los primeros siglos lo que realmente consumían era una especie de gachas que hacían con agua y trigo poco molido. Con el tiempo esto cambió y los romanos acabaron consumiendo magníficos panes elaborados en hornos industriales.
Lo cierto es que Juvenal pronunció su discurso y no vivió la evolución de esta costumbre. Con el tiempo, los emperadores romanos comprendieron que una de sus primeras obligaciones era garantizar la paz social (y de paso garantizar su permanencia en el poder) y para ello debieron seguir proporcionado harina a los ciudadanos romanos, especialmente, como resulta fácil de entender, a las legiones acantonadas en el interior de la ciudad.
Esta costumbre pronto se interpretó como un derecho adquirido y ya no pudo eliminarse. De hecho, no hizo sino ampliarse y así, los ciudadanos romanos terminaron teniendo derecho a productos como el pan, la fruta o, incluso, la carne. Bien completamente gratuitos o a precios reducidos a través de la institución de la Annona.
Pero, ¿quién tenía derecho a recibir estos privilegios?.
Los ciudadanos romanos nacidos libres con rentas inferiores a un determinado nivel. Por tanto, quedaban excluidos los esclavos, libertos y ciudadanos ricos.
¿Qué consecuencias tuvo?:
- A cambio de la paz social, se generó una inmensa maquinaria administrativa e industrial muy eficiente y burocratizada que consumía una ingente cantidad de recursos del erario público. Por ejemplo, los barcos que remontaban el Tiber desde Ostia hasta Roma eran de armadores privados.
- Se desincentivó totalmente la producción agrícola en la península itálica, pues, ¿para que trabajar para conseguir grano para hacer pan si se podía conseguir gratis el pan simplemente con ir a vivir a Roma?. Lo cual, provocó a su vez que el trigo se tuviera que transportar desde distancias mayores (Sicilia, norte de Africa, etc...).
- Roma se convirtió en una ciudad masificada llena de ociosos con la necesidad vital de la comida cubierta. Las condiciones higiénicas y de seguridad se convirtieron en críticas (hacinamiento, enfermedades, incendios, etc.).
- Se incentivó el fraude, pues si la renta de un ciudadano estaba ligeramente por encima del límite asignado para recibir el sustento del estado, ¿por qué no declarar unos ingresos inferiores y recibir, a cambio, pan y circo?.
En resumen. Para conseguir la paz social, el estado romano subvencionó la alimentación del pueblo romano y este lo tomo como un derecho adquirido al que no quiso ya renunciar. Se desincentivó el trabajo y se multiplicó el gasto público.
Cuanto más crecía la crisis económica y social del imperio, mayores eran los estipendios en forma de pan y circo.
¿Os suena?, ¿realmente hemos aprendido de nuestra historia?