Pandemonium, de Lauren Oliver

Lena ha conseguido cruzar la frontera a un precio muy alto: dejar a Álex atrás. Su nueva vida comienza en la Tierra Salvaje junto a la Resistencia, donde deberá aprender a convivir, valerse por sí misma y ganarse un hueco entre los demás a base de esfuerzo y trabajo. Tras un largo periodo de sufrimiento y adaptación, llega el momento de afrontar su primera misión: no perder de vista a Julián Fineman, hijo del mayor representante del ASD, América Sin Delirium. Ambos serán secuestrados por los “carroñeros”, una división más violenta de la Resistencia que los mantendrá bajo tierra sin darles explicaciones. Lena y Julián deberán unir sus fuerzas, aun a pesar de sus diferencias, para lograr salir de allí con vida en una carrera a contrarreloj que decidirá su futuro.

He de decir que la primera parte de esta saga, Delirium, me dejó con la agradable sensación de haber encontrado una historia distópica diferente y muy bien estructurada, y con Pandemonium he vuelto a sentirme una lectora satisfecha y complacida en muchos aspectos. El libro se halla dividido en dos tiempos: uno nos lleva al pasado más reciente de Lena y su vida con la Resistencia más allá de la Frontera, y otro nos sumerge en el presente más arrollador. Ambos momentos temporales vienen marcados por títulos y tipografías diferentes que hacen más sencilla su identificación durante la lectura. Mientras que Delirium era una novela centrada en el amor como punto clave, en este segundo título sin duda predomina la acción, aunque no por ello se abandonan ni romance ni la introspección de la protagonista. Esta vez Lena se nos muestra más humana si cabe, fortalecida por la coraza que la Tierra Salvaje le ha creado a medida que avanzaban los días; sin embargo, sigue dispuesta a perderse de nuevo en un amor imposible. Me ha llamado la atención la gran metáfora en la que la autora engloba esta historia: la protagonista renace una y otra vez en un alegórico parto que cada vez será más agónico y difícil. Toda su existencia parece estar destinada a un nacimiento cíclico, ya sea por abandonar su antigua vida, su antigua personalidad, o para dejarse llevar por unos sentimientos que ya creía olvidados. Por otra parte, antes he comentado que en esta novela predomina la acción. Y es cierto. Supongo que precisamente por eso en un principio extrañé no encontrarme con una historia envuelta en ese halo de amor que iluminaba el primer libro de la serie; sentía que me faltaba eso que en Delirium era el eje central (si bien encontré ese amor un poco rápido y forzado). Pero Pandemonium no nos ofrece sólo acción, sino una infinidad de personajes más o menos destacados que parecen querer simbolizar los diversos estratos de esa sociedad en la que ser diferente es condenarse a muerte.

En definitiva, esta es una historia para ser disfrutada y leída con avidez, sin perder un solo detalle. Lena es distinta, también los personajes que la rodean, y el mensaje sigue siendo muy claro: el amor es el mayor poder del que disponemos, merece la pena enamorarse una segunda vez. Como colofón final diré que el desenlace de Pandemonium es más que sorprendente…