Revista Cine
Informe especial: La crítica intentando encontrar su lugar. Los diversos sitios web y redes sociales obligaron a repensar la forma de hacer crítica de un cine que también está mutando sus formas de difusión. Cómo ve a su vez el público 3.0 la crítica de cine actualmente. Hay una nueva crítica de cine, quizás un poco subversiva y hasta casi amateur, que está mutando desde las diversas redes sociales y blogs desde hace ya varios años. La atomización de voces se presenta muy claramente en un panorama cinematográfico que todavía, en el plano nacional, no encuentra del todo una forma viable de industrializarse para llegar al público. Así tenemos, entonces, tres puertos diferentes donde el cine es el único puente, pero en realidad con poca conexión. La crítica buscando su lugar, el cine sus nuevas formas de difusión y finalmente ese público que, desde que internet comenzó a imponerse como el agua y el pan en la cotidianeidad de todos, también tiene muy alterada su visión de estas producciones.
Que la crítica nacional esté problematizando tanto el bajo nivel que están teniendo los críticos y pseudo-críticos que van apareciendo, sobre todo nucleados en el sitio cordobés todaslascriticas.com.ar, es un indicador tan fuerte como el hecho de que un referente como Quintín recurra a Twitter para hacer sus devoluciones sobre el séptimo arte. Todo cambió. Don Fulano con su blog tiene –aunque no del todo legitimado por la sociedad- casi el mismo peso que el de un crítico especializado que escribe en un diario de gran tirada. Analizar eso sería hilar más fino, pero al menos vale la pena rescatar que es algo que se está debatiendo constantemente en los últimos meses, y seguirá así hasta que se encuentre una conclusión pasajera. Y digo pasajera porque, como todo en esta era digital, esa conclusión dentro poco volverá a mutar en otra idea, en base a como los usuarios de los mencionados espacios en internet harán uso y apropiación de los mismos para hacer escuchar su voz en cuanto al cine.
El cine. Parece como si estuviera en un segundo plano en esta discusión, pero nada más lejos de la realidad. Justamente hace poco se estrenó en internet el documental The Pirate Bay Away from Keyboard, donde se muestra la contienda legal que está teniendo lugar en la era del copyleft y la batalla prácticamente perdida por los derechos de autor por parte de las grandes compañías. Toda una re-significación de lo propio y lo ajeno en un arte que, en el caso de Argentina, tiene a directores como Pablo Parés y otra larga camada que ya están optando por ir directamente a las redes sociales para “estrenar” su película. Al igual que las voces que opinan sobre el cine, este pasará a “ser de todos” de una forma diferente.
¿Cómo se adapta este cine en esos espacios de múltiples voces, donde la crítica de microblogging se encuentra con la opinión de Doña Rosa en Facebook o Twitter y se pierde tanto o más que como se puede perder la nueva película de Parés entre el montón de contenido online? Será cuestión de encontrar la forma de que ese licuado de miradas y voces se compacte en un consenso más o menos generalizado de cómo seguir adelante, y ver si se sigue apelando al tráiler común y corriente o ya basta con spammear a Dios y medio mundo pidiendo el “Me Gusta” y el “Compartir” o el “Retweet”. Al fin y al cabo, el objetivo sigue siendo el mismo: que se miren las películas.
Una vez superado ese obstáculo, recién ahí tocará analizar bien el rol que juega la crítica de cine actualmente, y cómo podrán convivir los críticos de oficio con los “opinadores” internautas, quizás también futuros laburantes en el campo de la crítica especializada. Mientras tanto, todo seguirá mezclado en un abanico inmenso de posibilidades que todavía seguimos conociendo y reinventando (parece mentira que Facebook se inventó hace de 8 años). Por ejemplo, ya están apareciendo junto con las críticas de 140 caracteres en Twitter, las foto-críticas, que resumen la devolución de una obra en un simple pie de foto, esta a su vez elegida de forma significativa para la idea que se quiere dar. El panorama 3.0 cada vez nos obliga a idear formas de comunicarnos más similares a las ideas en sí, rápidas y pasajeras. ¿Cómo lograremos condensar ahí una opinión formada y minuciosa de una obra artística como la que intenta redondear una crítica de cine? Una nueva incógnita que se abre, pero antes queda definir quiénes serán los encargados de hacerlo.
Y así se vuelve, como un círculo vicioso de incertidumbre pero a la vez fascinante replanteo del oficio, al punto de los destinatarios, no sólo de las películas sino de las críticas en sí. De por sí esta última siempre fue más de nicho. Es lo menos masivo que hay dentro del universo que rodea al cine, por lo tanto no cambiará mucho más la visión que tengan los espectadores al respecto. Siempre aquel que quiera leer crítica podrá, aunque quizás más adelante se tenga que amoldar también a los nuevos formatos.
Finalmente, asombrados miramos el presente tan incierto en este panorama de constante mutación de los espacios de difusión del cine y la crítica. La revolución de las ideas llegando más tarde que la revolución de los formatos: un futuro quizás un poco desesperanzador, donde actualmente está puesta en duda la pureza del oficio y su valor en sí mismo. Los críticos argentinos más veteranos debaten sobre lo pobre que escriben los críticos jóvenes, y estos ponen foco en un problema que escapa a las generaciones. Cada hipótesis busca su espacio, así como cada película busca su vida ideal entre un nuevo público. Y mientras tanto, todo sigue transformándose.