Revista América Latina

Para un autorretrato de Nelson Domínguez

Por Isa @ISA_Universidad

7a39d43acd423737f440a2b509dd494a_M Por  Yuris Nórido
Nelson Domínguez, durante la filmación del documental Nelson Domínguez, durante la filmación del documental Cortesía de los productores
Este año, Nelson Domínguez pintó un autorretrato. Es furiosamente expresionista: una gran cabeza con muchos ojos (como para ver a todos lados) y por boca un mapa de Cuba. Nelson Domínguez se siente tremendamente comprometido con su patria, por eso su retrato es, sobre todo, cubano. Él mismo lo deja claro una y otra vez en el documental que dirigió Rolando Almirante, crónica de una de las más apasionantes aventuras creativas del pintor: su gran exposición Autorretrato, que estuvo a disposición del público en el Pabellón Cuba entre abril y junio de este año.
Grande fue la muestra. Ocupó toda el área expositiva del centro cultural habanero. Incluyó pintura, esculturas, instalaciones… Pretendió, de alguna forma, ofrecer una visión lo más general posible del inmenso mundo plástico de Domínguez, de sus constantes, de sus obsesiones. Pero grande fue también su repercusión, no solo por la extraordinaria acogida del público, sino porque fue el punto de partida de otras dos obras de arte: el documental homónimo de Almirante, en la que el propio Domínguez habla de su vida y del proceso de conformación de la expo; y el catálogo, presentado la semana pasada en el teatro del Museo Nacional de Bellas Artes.

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Claro que Autorretrato, el documental, es mucho más que crónica. Trasciende la funcionalidad del recuento para zambullirse en la intimidad de un hombre y la de un pintor, que son a veces una sola, pero a veces no tanto. Nelson Domínguez viaja al lugar donde nació, a su primera escuela, recuerda amigos de infancia, evoca sus años en la Escuela Nacional de Arte y a los profesores y compañeros que allí tuvo, recibe a amigos de ahora mismo, cocina, arregla su jardín, come, habla de sus hijos y de sus amores… y pinta.
Él es el centro del documental, desde él parece que irradian las imágenes y sonidos, a veces marcados por el realista día a día (ese recorrido por la isla, trabajando con amigos; esos momentos en el Pabellón, “armando” la exposición…); y a veces, también, desde lo onírico. Y es ahí dónde el audiovisual alcanza mayor vuelo: Almirante ha recreado un ámbito que difícilmente pudiera traducirse en palabras. Un “mundo” de gran plasticidad, habitado por bailarines que personifican impulsos creativos, un “mundo” desde el que Nelson (pintor, casi dios) mira la realidad, mira su vida… y entonces crea.
El final reserva la revelación del cuadro que desde el principio sabemos que Nelson está pintando: el concreto, el de la gran cabeza expresionista… Pero todo el documental ha sido, efectivamente, un autorretrato.

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En la misma sala donde fue exhibido el documental, fue presentado el catálogo de la muestra. Sencillo, elegante, completo. En las primeras páginas reúne un collage de fotos de la ceremonia de entrega del Premio Nacional de Artes Plásticas a Nelson, en diciembre de 2009, e inmediatamente las coordenadas de la gran exposición. Desde la preparación hasta el día de la inauguración.
El catálogo reúne una amplia colección de fotografías, las reproducciones de las obras expuestas, y tres ensayos sobre la obra de Nelson Domínguez: Único y múltiple, de Nelson Herrera Ysla; El expresionismo goticista de Nelson Domínguez, del fallecido Rufo Caballero; y Exploraciones de Nelson Domínguez, de David Mateo.
Es, en definitiva, un valioso documento, rico inventario. Son, catálogo y documental, las últimas (y si se quiere, definitivas) huellas de un gran acontecimiento.

Vía: Cubasí


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