Decía Aristóteles que “la felicidad es al mismo tiempo la mejor, la más noble y la más placentera de todas las cosas”.
La felicidad es el estado de bienestar espiritual al que todo ser humano aspira. Ser feliz es nuestro deseo más profundo, y la paz interior que ésta provoca no solo influye únicamente en nuestro estado de ánimo y manera de comportarnos, también es importante tanto para nuestra salud física y mental como para tener una buena calidad de vida.
Pero, ¿qué es la felicidad exactamente? Disciplinas como la filosofía, la teología y la psicología han tratado de determinar todo lo que abarca esta palabra, sin embargo, la definición es muy complicada de concretar, ya que la felicidad es algo único para cada persona, un estado armónico con uno mismo y con los demás que queda matizado por todas las experiencias personales, los valores y creencias por las que riges tu vida, así como la cultura con la que convives.
En lo que respecta a la Psicología, durante los últimos años ha pasado de dedicar sus estudios a enfermedades mentales y aspectos negativos del ser humano para centrarse en sus virtudes y fortalezas, dando lugar a una nueva corriente psicológica denominada Psicología Positiva.
Numerosos estudios han demostrado que la felicidad puede alargar entre 8 y 10 veces más la vida de las personas. Las personas felices son más activas y sociables, se alimentan de una forma más saludable y generalmente, toman mejores decisiones respecto a su bienestar. Por otra parte, está comprobado que enferman con menos frecuencia.
El profesor Ronit Peled, de la Universidad de Negev en Israel, realizó una investigación que demostró que las emociones positivas en pacientes diagnosticados con cáncer son muy importantes para ayudarles a sobrellevar y superar la enfermedad.
Sin embargo, la evidencia más reveladora del impacto que tienen la felicidad y una actitud optimista en la salud y longevidad de vida es la que nos aportó un estudio realizado en un convento de monjas estadounidense. Los investigadores, de la Universidad de Carolina del Norte, basaron su estudio en los diarios escritos por 180 monjas, y comprobaron que aquellas que en su juventud describieron sus experiencias en el monasterio con mayor alegría y positivismo vivieron un promedio de 10 años más que aquellas que mostraban una actitud más pesimista.
De acuerdo a los resultados obtenidos del estudio, los investigadores concluyeron que las emociones positivas tienen el poder de hacernos más fuertes y eliminar las negativas, como podrían ser el estrés y la ansiedad. Además, tienen un impacto directo en la salud de los seres humanos, favoreciendo su bienestar, una autoestima saludable e incluso suponiendo un factor esencial para lograr una mayor longevidad de vida.
Según los psicólogos positivistas la felicidad es algo que creamos nosotros, el resultado de un proceso activo en el que hay que trabajar. Pero, ¿qué les lleva a realizar esta afirmación?
Diversas investigaciones han concluido en que existe cierta predisposición genética a ser felices, además de una gran influencia de diversos factores como la familia, el ambiente en el que nos movemos, y la cultura con la que nos sentimos identificados. Sin embargo, también afirman que dicha felicidad puede ser cultivada, que las personas tenemos el poder de fomentarla y desarrollarla, contrarrestando las influencias genéticas y las experiencias negativas de nuestro pasado. ¿Qué hay que hacer para conseguir esto?
- Agradece y valora todo lo que tienes y deja de preocuparte por lo que te falta.
- Disfruta intensamente los pequeños placeres y alegrías que te da el día a día.
- Intenta ver la vida con optimismo, como un mundo lleno de oportunidades.
- Aprende a perdonar y abandona el rencor y los resentimientos.
- Aprende cada día algo nuevo y llena tu vida de nuevas experiencias.
- Dedica tiempo a tus seres queridos, su cariño y compañía son fundamentales para una vida plena.
- Persigue incansablemente tus metas y tus sueños.
- Cuida tu cuerpo y tu mente, y sobre todo, sonríe mucho.