Revista En Femenino

Parando el ritmo

Por Y, Además, Mamá @yademasmama

Estos últimos días he vuelto a sentirme muy culpable al tener que dejar a mi hijo a un lado para dedicar muchas horas al trabajo. Han sido días difíciles y sin respiro, que han coincidido, además, con un momento en el que él ha estado muy irritable y necesitado: ha dejado de echar la siesta en la escuela infantil por decisión propia y las tardes se le han hecho demasiado largas. Semanas interminables y fines de semana repletos de actos sin descanso. Un cóctel explosivo que ha terminado con más estrés del previsto, nervios, noches sin dormir, fiebre y algún que otro grito más de los habituales.

Un ritmo de vida que me hace replantearme cuánto podría aguantar así y si en ella cabría siquiera otro bebé. Si antes la pregunta que resonaba en mi cabeza era ¿cuánto tiempo se van a llevar mis hijos?, ahora ha sido sustituida por ésta otra: ¿habrá otro hijo? La sensación de que la cuerda está demasiado tensa sigue aumentando, y no puedo quitarme de la mente la idea de que, haga lo que haga, siempre pierdo algo: es la maldición de conciliar.

Cada vez veo más claro que tengo que aprender a organizarme mejor o hacer cambios en mi vida para mantener el equilibrio y la cordura familiar. Ya no tengo la sensación de poder con todo que tenía hace un año: me veo superada y agotada por el día a día. Es hora de parar, respirar y reflexionar.

siesta en la piscina

Por suerte, en poco más de una semana empiezan mis vacaciones, un balón de oxígeno que, sin duda, necesito. Un cambio de ritmo para instaurar una vida calmada y no atolondrada, justo lo que esta pequeña familia necesita.

Este verano me he marcado unas metas muy concretas: quiero volver a vivir sin reloj, a caminar despacio y a acostumbrarme a hacer algo tan sencillo y complicado a la vez como respirar profundo y suave, como he aprendido en Pilates. Quiero afrontar días sin nada en la agenda y obligarme a apagar y olvidar el teléfono móvil a ratos.

Me olvidaré del café y retomaré las siestas. Quiero leer un libro o dos, pero pasando los dedos entre las páginas; nada de leer en una pantalla. Voy a nadar y bucear y pensar en ese proyecto personal que he postergado demasiado tiempo: escribir un relato o un cuento infantil. Y no me olvidaré de hacer fotos, muchas fotos.

juguete en la piscina

Pero más ambiciosas son las tareas que me he propuesto como madre. Voy a desterrar el ‘no’ de mi vocabulario, las condicionales y toda forma eufemística de castigo. Voy a hablar con tranquilidad a mi hijo, haciéndole reír aún más, contarle todo lo que vemos y recordándole historias de cuando era más pequeñito. El reloj va a ser por fin mi aliado.

Le hablaré con alegría y positivismo del cole de mayores. Sigo pensando que es pronto aún para que empiece la educación infantil, pero no quiero trasladarle mis miedos. Jugaremos, leeremos cuentos escritos y nos inventaremos otros tantos. Le enseñaré a hacer la voltereta, a saltar las olas y a nadar con manguitos.

No voy a meterle prisa por cambiarle el pañal, ni mostrarme ansiosa de que quiero que hable ya. Va a ser un ritmo diferente para todos, para los tres. Para volcarnos en nosotros. Y estoy segura de que este verano traerá grandes sorpresas y progresos, porque los niños son para el verano.

¿Cuáles son tus metas para este verano?


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