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Paseos por la Toscana: San Gimignano

Por Bkik19 @bkik19

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San Gimignano es una visita ineludible en la Toscana por su belleza, su patrimonio y su carácter romántico medieval. Es una ciudad única y original que posee el encanto de enamorar a sus visitantes. Entrar en San Gimignano supone no sólo pasear por una ciudad increíblemente bella y pintoresca, sino embarcarse en un auténtico viaje hacia el pasado. El poder contemplar una ciudad medieval del siglo XIII en la que el tiempo ha cambiado muy poco de su apariencia implica poder trasladar nuestra imaginación a otra época.

San Gimignano es mundialmente famosa por ser conocida como la ciudad de los rascacielos medievales, y es que sus 76 altas torres originales debieron conferirle la apariencia del Manhattan toscano. De todas ellas sólo han sobrevivido 14, pero aún así, desde la lejanía, la ciudad se contempla con sus torres como protegida e inexpugnable. El carácter defensivo no obstante, no era la única finalidad de estas torres, ya que también poseían la cualidad de simbolizar la opulencia de sus propietarios. De tal forma, que se conferían como una competición entre los vecinos para demostrar cuál era el más rico y llevaba a cabo la construcción más alta y temeraria.

El acceso a la ciudad se practica por la puerta monumental de San Giovanni, terminada en 1262. Consta de un pequeño arco en estilo sienés construido en piedra y un cuerpo superior que cubre el camino de ronda en ladrillo, sustentado por canecillos decorados con arcos trilobulados.

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Continuando por la via San Giovanni, accedemos a la Piazza della Cisterna por el Arco de Becci, que guarda una tipología parecida a la anterior, siendo el cuerpo superior moldurado de la pasarela  más sencillo, con arcos de medio punto simples rematando los canecillos. Su origen es muy antiguo, siendo perteneciente a las murallas defensivas del siglo X. La via San Giovanni es una calle muy comercial y transitada, donde el visitante puede encontrar artículos de cuero, artesanía y productos de la región, como el riquísimo queso pecorino.

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Y así, llegamos a la Piazza della Cisterna, llamada así por el pozo que se erigió en ella en 1237. Se trata de una plaza de suma belleza, con edificios típicos toscanos de los siglos XIII y XIV

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Casi al lado se encuentra la Piazza del Duomo con la collegiata, el Palazzo Comunale con el Museo Cívico y el Palazzo del Popolo o Ayuntamiento, conocido también como Palazzo Vecchio del Podestà. Este último palacio se construyó en el siglo XII como sede de gobierno. Cuenta con la torre más antigua y alta de la ciudad, la Torre della Rognosa, de 51 metros. Al parecer había una ley que prohibía la construcción de torres más altas que ésta pero las facciones rivales incumplían asiduamente esta orden. En 1337 el edificio perdió su funcionalidad gubernamental y en 1537 se construyó un teatro en su interior. El Palazzo Comunale fue construido en 1288, y se convirtió en el nuevo edificio de gobierno sustituyendo al anterior. Hoy alberga el museo de la ciudad, que cuenta con grandes obras del arte sienés y florentino de los siglos XIII al XVI, de artistas como Filippino Lippi, Pinturicchio, Benozzo Gozzoli o Lippo Memmi. En su fachada destaca el balcón, desde el que alcalde salía a arengar al pueblo.

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En cuanto a la Collegiata, es una iglesia románica del siglo XII, convertida en catedral de la ciudad. Su interior está decorado con numerosos frescos, entre los que destacan los de Bartolo di Fredi de pasajes del Antiguo Testamento, como el de ‘La Creación’ (1367); los de Lippo Memmi sobre escenas de la vida de Cristo (1333-1341) o ‘El Juicio Final’ de Taddeo di Bartolo (1393-1396). A través del claustro y una loggia se accede al baptisterio, decorado con frescos de Ghirlandaio.

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No muy lejos de allí, dejando atrás el lado norte de la collegiata, llegamos a la Rocca. Se trata de una fortaleza de 1353 que fue arrasada por Cosme I de Médici en el siglo XVI y de la cual sólo se conserva una torre. Despierta un mayor interés la vista privilegiada que se contempla desde allí de los campos toscanos, así como el paseo entre los olivos y las higueras que se constituyen en un bonito jardín. Las ruinas de la fortaleza aportan al jardín un halo de misterio y romanticismo bastante peculiar.

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Aquí finaliza nuestro recorrido. Para regresar al punto de inicio, donde se encuentran los aparcamientos y transportes públicos, solamente hay que desandar lo andado. San Gimignano es muy pequeño y resulta casi imposible perderse. Espero que os haya gustado y que no dudéis en visitarlo si algún día os acercáis al campo toscano.

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