Revista Cultura y Ocio
Passau, de Siempre nos quedará Casablanca
Publicado el 14 febrero 2013 por David Pérez Vega @DavidPerezVegEnvié mi poemario Siempre nos quedará Casablanca a mi amigo el poeta y narrador mallorquín Javier Cánaves (a quien conocí tras la lectura de sus poemarios Por fin has conseguido que odie el blues y El peso de los puentes; y gracias a las posibilidades de internet). Javier, tras leer el poemario, eligió como el que más le gustaba del conjunto uno titulado Passau (Ver AQUÍ). También es uno de mis favoritos de ese libro. Me apetece hoy reproducir aquí este poema:
PASSAU Los vigilantes del museo de El Prado la saludaban. Le gustaba el arte, estudiaba una carrera que lo mezclaba con la economía y los idiomas; hacía prácticas en galerías, museos, tasaba obras. Esas carreras existen en Alemania, esa vida existe en Alemania. «¡Oh, El Prado!», decía. Con el pelo negro era la más guapa de todas las alemanas que conocí en Madrid, sus ojos tan azules. Me llevó a exposiciones de vanguardia en mi propia ciudad, donde había gente que conseguía exponer cosas espantosas a precios desorbitados (al menos invitaban a copas). ¿Cómo podían conseguir esos chollos? ¿Dónde se estudiaba para pintar o fotografiar esos engendros y vivir del arte, ser prestigioso o publicar en revistas? Me llevó a fiestas de elegantes galeristas, de cuidadísimas barbas descuidadas y coletas canosas, gente como muy de Nueva York, como muy guay (esta palabra la ha admitidola RealAcademia y siento que el niño que fui y la usaba se ha hecho viejo), gente que desdeñaría trabajos como el mío, que diría: «Oh, qué horrible, yo no podría trabajar en algo así, me moriría!», con mucha afectación, con mucha sensibilidad, como si yo no prefiriese admirar cuadros, esculpir o vender monigotes, a revisar cuentas, a oír: «No llegamos, habrá que trabajar el fin de semana… no, horas extras, no las puede soportar eljob».
Con sus ojos tan azules me contaba cómo era Passau, la pequeña ciudad universitaria al sur de Alemania (cerca de República Checa y Austria) donde estudiaba; los árboles, la casa compartida con amigas, los paseos en bicicleta… Me gustaba oírlo, me gustaba mucho oírlo, imaginarme allí en Centroeuropa con unos cuantos años menos, paseando en bicicleta con despreocupadas muchachas rubias o morenas de ojos azules, estudiando idiomas, arte, historia, literatura… Sí, esas cosas o algo así.